El turno de los Castro

Recién ahora, a cuarenta años de la muerte de Francisco Franco, Caudillo de España, la Academia Real de Historia de su país rectifica algunos de sus conceptos sobre quien dominó a la península con mano de hierro y le otorga, sin vueltas, categoría de “Dictador”, una calificación que anteriormente se negaba a darle.

Fue Franco uno de los Jefes de la Sublevación Militar que organizó en 1936, aunque después quedó a cargo de toda la movilización, dando nacimiento a una guerra civil de un inaudito salvajismo y extrema maldad que se extendió de 1936 a 1939 y que motivó un éxodo de importantes figuras del mundo intelectual ibérico, de músicos, de grandes poetas y académicos.

Comenzó con un golpe de Estado que en ciertas regiones ganó fuerzas, pero fue paralizado por civiles armados en Madrid y en Barcelona, entre otras ciudades.

Desde entonces, España se desangró en un clima de extrema fatalidad. Franco pidió ayuda a Alemania y a Italia. Los republicanos a Rusia, habida cuenta que el Frente Popular Francés se resistió a enviar armas para no entrar en colisiones políticas internas. Esa guerra y la muerte posterior de los prisioneros se devoró un millón de víctimas y luego el país enfrentó hambre y desesperación, aunque con el apoyo de falangistas, corporativistas y monárquicos, que se subordinaron a Franco. El Dictador dio respaldo en hombres armados (la “División Azul”, de cerca de 40.000 hombres que enfrentaron a los rusos en el este de Europa) y civiles trabajadores semi-esclavos a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial y fue interlocutor de Mussolini que le había facilitado tropas y aviones que aterrorizaban a los combatientes republicanos.

Una violencia inaudita contra el enemigo hubo en ambos bandos, en el republicano y en el rebelde. Se fusilaba en masa e indiscriminadamente por el solo hecho de tener determinado oficio o por ser devoto de la Iglesia. Los republicanos perdieron, pero en parte por su propia responsabilidad. Los comunistas se enfrentaron a tiros contra el anarquismo y el trostkismo del POUM , asesinando de paso a sus líderes y el frente de resistencia se resquebrajó.Esta desgracia la cuenta George Orwell en su libro “Homenaje a Cataluña”.

La guerra civil española sigue doliendo. La Real Academia se venía negando a cambios en la biografía, donde se elogiaba la figura de Franco. Hasta que el Parlamento y el presidente Mariano Rajoy le cancelaron la subvención anual si no cambiaba el texto. Será “Dictador” en el texto y en la “versión digital”.

Ahora bien, si Franco finalmente es “Dictador” ¿ como calificar a ciertos personajes latinoamericanos, a los hermanos Castro especialmente y a Fidel en particular?

Han dominado a Cuba por más de 50 años y han exigido un esfuerzo humano gigantesco en guerras en el África y preparando a los guerrilleros que luego lucharían por el poder en distintos países del nuevo continente. Cincuenta años y Cuba es una isla que se debate en la extrema miseria, que depende del petróleo que le venía suministrando Venezuela, como antes dependía de la Unión Soviética para el suministro de alimentos y energía. Cincuenta años tapándole la boca a sus adversarios, abriendo las cárceles para todo opositor, impidiendo ejercer el periodismo libre, mal administrando la economía, vedando toda reconstrucción. Cincuenta años donde los Castro callaron o mandaron matar o encarcelaron o fusilaron o hicieron desaparecer a todo aquel que los contradijera bajo la acusación de ” agentes del imperialismo”, cuando en los hechos lo que no querían sus adversarios era una Cuba comunista.

Han logrado formar médicos o ingenieros en sus universidades o en las de la Unión Soviética pero La Habana se cae a pedazos. el país es misérrimo, con excepción de los guettos turísticos y a los especialistas en salud los mandan a Venezuela o Brasil para quedarse con una parte de sus salarios en dólares. Toda su mala suerte se la han atribuido al “bloqueo” norteamericano que se inició en 1960 cuando los Castro expropiaron empresas norteamericanas que luego mal administraron, sin sacar beneficios. Ese “bloqueo” fue mucho más severo tras el fracaso de la invasión en Bahía de los Cochinos y la ” crisis de los misiles”. Hubo días, en 1962, cuando Cuba amenazaba con cohetería atómica a Estados Unidos que el mundo entero estuvo a punto de estallar. Sin los esfuerzos diplomáticos entre el presidente norteamericano J. Kennedy y el premier soviético N. Krushev gran parte del mundo hubiera volado por los aires, en diminutas partículas.

Después de aquello, entre la dependencia extrema de Fidel Castro al comunismo soviético y la animadversión del Che Guevara que rechazaba a Moscú y prefería el comunismo chino, millones de dólares se destinaron a crear condiciones en las que guerrillas de izquierda voltearan a gobiernos democráticos o militares, a un costo humano impresionante. Los Montoneros y el ERP, entre otras agrupaciones, encontraron en Cuba, en los años sesenta y setenta, respaldo moral e ideológico, asilos para sus hijos, severo entrenamiento militar y servicios de comunicaciones y espionaje. Fue tanto el acercamiento que, según investigadores, los 60 millones de dólares del secuestro a los hermanos Born fueron colocados en arcas cubanas. 

Los Castro son dictadores extremos. Veremos qué pasa en la próxima Cumbre de las Américas en Panamá, este fin de semana, donde se encontrarán presidentes de Estado, incluyendo a Raúl Castro y figuras estelares como Barack Obama, que ha comenzado muy lentamente y con mucha resistencia interna en su Parlamento a limar asperezas con La Habana. Un lugar donde se espera críticas a ciertos populismos autoritarios y a la conducción de Venezuela y voces que cuestionen la gestión económica y política de la presidente Cristina F. de Kirchner.

Larga es la noche castrista

El lunes 2 de mayo entrevistamos en INFOBAE TV al escritor cubano disidente Frank Correa, autor, entre varias obras de la novela “Larga es la noche”, ganadora del premio Franz Kafka, digno reconocimiento a una obra con tonalidades y clima kafkianos, precisamente.

El texto expresa el ahogo de quienes cuestionan al régimen, todos los días, habitantes de un laberinto al que se puede entrar pero del que no se sabe por dónde salir.

Frank Correa fue invitado por la organización CADAL a Buenos Aires y aquí dialogó con escritores, intelectuales y gente politizada.Lo impresionó la dimensión geográfica de Buenos Aires que para él, con una mirada provinciana de patria chica, no se terminaba nunca, inabarcable en su prolongación habitada de kilómetros y kilómetros pasando la General Paz. “Creía encontrar campo, pronto, pero todo estaba edificado”, nos confesó, como aturdido. Y quedó pletórico de entusiasmo de haber logrado amigos, participado de tertulias y de encuentros literarios  y al mismo tiempo impactado sobremanera por el tráfico, las multitudes que circulan en los barrios y la accesibilidad hacia bienes que para los cubanos son casi estrambóticos.

Un argentino no puede imaginar, ni cerrando los ojos, todo lo que le falta a un cubano común y corriente. No así a la “nomenklatura”, ese estamento donde se congregan los funcionarios y los militares que forman parte del sistema. La suma de privaciones que sufren los que no están con el régimen castrista es enorme. Conseguir determinados productos es milagroso, mientras alrededor pocos son los que protestan porque el clima social  guarda semejanzas con una pasividad generalizada, producto de la impotencia o el miedo. O el terror, que es una categoría mayor que el miedo.

Nacido en 1963, en Guantánamo, cuatro años después del acceso al poder de los revolucionarios, Frank fue educado en la glorificación de la historia de su país, de sus héroes en las luchas por la Independencia, de sus grandes poetas, de la lucha contra Fulgencio Batista, del esfuerzo de los revolucionarios en las ciudades y en la Sierra Maestra, el romanticismo de la lucha armada, la participación de Cuba en el África. El encantamiento, sin embargo, le duró hasta que cumplió treinta años. No se iluminó de pronto. Fue un proceso lento, pero decidido. La adhesión se diluyó, derretida por la comprensión de la realidad. Comprobó el sinsentido de las carencias, la falta de logros, la vigilancia extrema, la dictadura injusta, la larga perduración de los Castro, la dramaticidad de los acontecimientos. Desde entonces, comenzó a militar en la Unión de Escritores y en los grupos opositores, la mayoría de ellos  castigados con cárceles o marginalidad extrema en cualquier actividad en la isla.

Ex esposo de una actual viceministra, volvió a casarse, tiene cuatro hijos y ahora con las notas periodísticas que logra colocar no alcanza a cubrir sus necesidades elementales. En el diálogo televisivo en Infobae aportó las siguientes afirmaciones:

l) La desaparición de los “dueños del poder”, de los hermanos Castro, no implicará el fin de lo que se conoce hasta ahora. Eso no ocurrirá por los entrelazamientos de intereses entre la “nomenklatura política” y los miembros del Ejército. Las Fuerzas Armadas son dueñas del 70 por ciento de las empresas activas en el país. Son, por ello, las que deciden los destinos de la población. Un hijo de Raúl Castro ha sido nombrado general y cumplirá funciones previamente asignadas. La estructura productiva es lamentablemente precaria y no se observan intereses de inversión de capitales extranjeros. Con excepción de España. Porque Repsol está explorando eventuales fuentes petroleras en el mar.

2) A ese statu-quo se le suma el pánico a la represión inmediata. Todos, oficialistas y opositores ven micrófonos y cámaras ocultas en cualquier rincón. El Estado, el “Gran Hermano” de Ornwell sabe todo, de todos. Muchos conocidos de vieja data le han quitado el saludo a Frank, lo ningunean de todas las formas posibles, silenciosas o abiertamente denigrantes. Esta vigilancia estrecha ya es histórica. La narró en detalle el escritor chileno Jorge Edwards, diplomático enviado especial de Salvador Allende, el expresidente, a comienzos de los años setenta. En su famoso libro “ Persona no grata” describe las pinchaduras telefónicas y los seguimientos absurdos cada vez que pretendía dialogar con escritores y artistas que no eran oficialistas, Hasta que fue “echado” de la isla por esos contactos con “enemigos del pueblo”. La única Embajada que les abre las puertas a los opositores es la de la República Checa.

3) La “liberación de la economía” es bastante farsesca. Han puesto a la venta automotores muy modernos, por ejemplo.  Hasta ahora se han vendido tres o cuatro. Cualquier rodado puede costar 250.000 dólares.

4) La población no está abastecida de productos elementales. No son pocos los que alcanzan otro “status” por recibir remesas de parientes del exterior. Se estima que, en ese concepto, entran anualmente algunos miles de millones de dólares. Especialmente girados desde los Estados Unidos.

5) No hay estadísticas fehacientes de todos los que se ahogaron, huyendo hacia Estados Unidos, transportados en frágiles chalupas. Pero hubo casos de privilegiados que pudieron llegar a Florida en lanchas ligeras, especialmente contratadas pero pagando sumas siderales, inaccesibles para la mayoría.

6) Queda claro que Estados Unidos no intervendrá en el futuro cubano. La Casa Blanca tiene demasiados problemas a atender en el mundo. Sabe de las grandes limitaciones de los políticos cubanos, poco creativos y poco atrayentes. Y además no podría recibir otro aluvión inmigratorio, como sucedió en tiempos pasados, habida cuenta de la crisis económica norteamericana, que no está resuelta.

Frank Correa ha decidido quedarse en Cuba, no escapar, no huir. Traduce esa postura como si estuviera cumpliendo, con una mística especial, un papel imprescindible en un régimen sin libertad, plagado de ineficiencias, torpezas y persecuciones. Régimen empecinado y solitario en un mundo cambiante que tiene demasiados dilemas a resolver más allá de los caprichos de los Castro.