El ministro de Hacienda y Finanzas Públicas parece haberse tomado en serio la decisión del presidente Mauricio Macri de no constituirse en un súper ministro de Economía, como casi históricamente predominó en la Argentina, y conformar un equipo de notables, dado que en las últimas semanas virtualmente estuvo ausente de los medios, al menos en comparación con la mayor parte de su entorno.
Luego de un par de semanas en la que se habían mostrado mediáticamente muy activos los ministros de: Energía con señales para la inversión en el sector y el anuncio de la inmediata revisión de los cuadros tarifarios; Producción con la actualización de los Precios Cuidados; Agroindustria con los anuncios de precios sostén para la lechería y búsqueda de recuperar mercados; Modernización sobre la necesidad de racionalizar el empleo público clientelar y sin escritorio; Interior en lo que respecta a la preparación de una nueva Ley de Coparticipación; e incluso el director de la AFIP con avances en la normalización del pacto fiscal con la sociedad con la devolución de impuestos retenidos y estudio de una reforma tributaria integral de Ganancias, Monotributo y Bienes Personales, entre otros, y el presidente del Banco Central, en este caso a través de señales contundentes sobre el curso de la tasa de interés y de la flotación cambiaria “limpia”, esto es sin intervención, con fuerte esterilización de gran parte del exceso de pesos que recibió de la conducción anterior, Alfonso Prat-Gay decidió hablar de la pesada herencia recibida: “la basura es mucha y no es nuestra, la dejó el kirchnerismo, pero estamos dispuestos a limpiarla”, dijo ayer con firmeza, luego de haber mantenido un encuentro en la mañana con el presidente Mauricio Macri.
Sin duda que la ausencia de declaraciones de Alfonso Prat-Gay hasta ayer no significaba que estuviera inactivo y despreocupado por definir las pautas del Presupuesto de 2016 y los objetivos para el cuatrienio, una herramienta largamente esperada por los agentes económicos para definir sus prometedoras decisiones de inversión frente a un escenario que se presenta como “pro mercado”, y en especial en elaborar la estrategia para arribar a un pronto acuerdo de pago con los holdouts, que se considera clave para delinear el plan financiero del año, con la vuelta a los mercados de deudas y obtener una rápida mejora de las calificaciones de riesgo de las evaluadoras de riesgo soberano, amén de otras medidas necesarias de política económica para que el país pueda lograr el anhelado grado de inversión.
Dichos e interpretaciones
Es cierto que cuando habló Prat-Gay, en particular sobre su visión entre la relación de los aumentos salariales y el nivel de empleo, sus palabras fueron interesadamente mal interpretadas por algunos caciques sindicales, porque luego del sinceramiento del mercado de cambios y la eliminación de las retenciones se asistió a un relevante aumento de precios, en particular de los alimentos, que disparó la inflación de diciembre a un rango del 4%, con el consecuente efecto negativo sobre el salario real y el consumo de las familias de menores recursos.
Mientras que con el silencio del ministro de Hacienda y Finanzas parecieran haberse revertido o atenuado esas inquietudes de los sindicatos y los pedidos de ajustes salariales de hasta 50%, de la mano de una sintonía fina con el Banco Central, que posibilitó que las tasas de interés se aproximen a las que regían antes del fin del cepo cambiario y se desacelera el ritmo de suba de precios, en particular en los alimentos, aunque ahora enero se proyecta también alto de la mano de los servicios; garaje, expensas, medicina prepaga, entre otros, y del incremento de los combustibles pese a la fuerte baja del petróleo.
Pero lo hecho y anunciado en los casi primeros 30 días sin cepo cambiario aparece muy desbalanceado entre los sectores que rápidamente recibieron el impacto positivo, como los exportadores; el agro; los importadores de autos de alta gama y los que arrastraban demoras de hasta tres años en las devoluciones de impuestos por parte de la AFIP, y quienes por el contrario acusaron los efectos negativos del encarecimiento de los alimentos, pese a que muchos de ellos ya se habían disparado en los últimos ocho años, como el caso de la carne vacuna que derivó en una contracción del consumo por habitante en más de 13%, de 69 a 60 kilos promedio por año.
Sin embargo, ayer el ministro de Hacienda y Finanzas consideró que no es extrapolable al resto del año de la corrección de precios relativos entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre, porque “los datos de la primera mitad de enero muestran que la inflación ha retornado a los niveles de septiembre y octubre, y por tanto si esto se mantiene corroborará que sólo hubo una pequeña joroba”.
Ver para creer
No obstante, del lado de los empresarios se advierte en muchos casos en estricto off the record que aún faltan señales concretas sobre el plan para achicar un insoportable déficit fiscal que permitan convencer a los accionistas sobre que realmente todo el peso del ajuste no se depositará sobre sus hombros en compensación por la reducción de la presión tributaria, sino también en muestras concretas de baja real del gasto público, más allá de la quita de los subsidios a los sectores de mayores ingresos y de revertir algunos casos resonantes de sobrepoblación ocupacional en varios organismos, que posibilite describir un sendero de real baja de la inflación con tasas de interés convergentes entre las que se requieren para equilibrar el mercado cambiario y monetario y las que demandan los proyectos de inversión productiva de largo plazo.
Al respecto, cabe destacar que tras el último encuentro del ex presidente de Chile, Sebastián Piñera con Mauricio Macri, el empresario habría dicho: “No puedo contar lo que Mauricio Macri me dijo en nuestra reunión pero sí puedo contar lo que yo le dije a él: La situación económica argentina es muy crítica, está mucho peor de lo que la gente piensa. El país está en el club junto a Venezuela y Brasil, del gigantesco déficit fiscal. El panorama económico mundial no va a ser favorable en los dos próximos años, con lo cual Argentina no podrá tomar velas como en otras oportunidades sino remos” esquematizó el chileno, quien además aclaró que una cosa es conseguir reuniones con naciones líderes y otra, inversiones de ellas”.
Sin duda que ese cuadro se corresponde con el que describió ayer Prat-Gay, cuando reveló que “con el corte hecho a hoy, porque en algún momento había que hacerlo, el déficit fiscal primario (antes del pago de 2,3% del PBI de intereses) que para el ministro de Economía anterior era de 2,3% del PBI, para el nuevo Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas fue de 5,8% del PBI, el más alto de los últimos 30 años, y sube a 7% del PBI, el mayor de los pasados 40 años si agrega la deuda flotante que se elevó de $60.000 millones a más de $110.000 millones y los efectos de las promesas de campaña”.
Y si bien el ministro consideró que el objetivo de bajar la inflación de una herencia del 30% a un rango de 20 a 25% para fin de 2016 “no es optimista sino realista”, dijo, parece que es muy cautelosa la previsión del recorte del rojo fiscal financiero de 8% del PBI a 6% en el corriente, pese a que la atribuyó a que “la respuesta de los sectores liberados de la ataduras del cepo y todas las restricciones para operar no serán inmediatas, no obstante que ya cambió el humor, en especial en diversas economías regionales”.
El ministro se jugó por el shock para salir del cepo cambiario y eliminar la mayor parte de las retenciones, como también lo hizo el Banco Central con la suba de las tasas de interés, para desalentar la dolarización en la nueva etapa, y hasta ahora les fue muy bien, al punto que de consolidarse será motivo de estudio por las nuevas y viejas generaciones de economistas.
Pero, por el contrario, apostó al “gradualismo, aunque con firmeza” para reducir el déficit fiscal, probablemente influido por sus creencias keynesianas de que una baja más drástica de la brecha negativa entre ingresos y gastos genere una bruta recesión, pese a que fue semejante magnitud de desequilibrio en la ejecución presupuestaria la principal causa de haber convivido los últimos ocho años con una tasa de inflación superior al 20% y provocado el estancamiento de la actividad agregada, pérdida de mercados externos y destrucción de empleos privados.
Por eso que es aquí en dónde parecieran concentrarse las dudas de muchos empresarios que quieren ver antes de lanzarse a invertir en proyectos de larga maduración cuál será la respuesta de un Congreso donde el Gobierno no tiene mayoría a las propuestas de ley destinadas a “normalizar” la economía y tender a la anhelada promesa de campaña de “pobreza cero” y también de los sindicatos en las próximas negociaciones de salarios en paritarias.
Consciente de ese cuadro Alfonso Prat-Gay aclaró que sólo explicitó algunos de sus objetivos de su cartera: bajar el déficit fiscal y también la inflación y resolver la deuda con los holdouts. Mientras que dejó pendiente la presentación del programa y el rediseño del Presupuesto de 2016, tema que se comprometió a trabajar hasta el 1 de marzo cuando se reabran las sesiones ordinarias en el Congreso.