Leemos con una fría distancia que les bancos de Japón y Alemania han comenzado a pagar una tasa negativa a sus depositantes. O para ser más claros, comienzan a cobrar por los depósitos que reciben. Eso ya había pasado con algunas letras alemanas.
La tasa de interés es un indicador central en la economía, y nada de lo que pase con ella debería sernos indiferente. Por eso, no ya como una lejana cuestión internacional, sino como un tema que nos concierne de cerca, importa reflexionar sobre lo que está ocurriendo.
La tasa es esencialmente un precio. El precio del capital. Que ese precio sea negativo ya es sorprendente. Sería equivalente a que para vender una botella de Coca Cola, por ejemplo, la emblemática empresa tuviera que pagarle al consumidor para que se la llevase. Suena ridículo, ¿verdad? En el caso de los intereses es todavía más ridículo.
¿Cómo se llega a esta particular situación? Para comenzar, porque el Estado en algunos de sus disfraces (para estar a tono con el carnaval) ha decidido manipular la tasa de interés con algún artilugio monetario, emisión, compra de acciones o bonos del Estado, o cobrando un interés a los bancos por el dinero que poseen los propios bancos, otra aberración. Continuar leyendo