Poco antes de conocerse el aplastante y lapidario triunfo de Donald Trump en las primarias de Indiana, El Mundo de Madrid daba a conocer una encuesta de Rasmussen en todo Estados Unidos que, por primera vez, daba el triunfo al magnate en un hipotético enfrentamiento con Hillary Clinton.
Es temprano para pronosticar un cambio en la tendencia que por más de cinco puntos favorecía hasta marzo a la ex primera dama, pero el nuevo sesgo no es una novedad en la breve historia de la campaña presidencial del raro magnate, que ha venido desafiando y destrozando los pronósticos de sondeos y expertos politólogos. La derrota de Clinton frente a Bernie Sanders es un dato relevante.
El deshilvanado discurso de Trump toca fibras que se suponían tensas en muchos sectores profundos del pueblo norteamericano, pero que parecían atemperadas o superadas por los criterios modernos de relación entre países y la concepción de una sociedad universal.
La globalización, que los norteamericanos pensaron originalmente como una proyección mundial de sus mercados, ha tenido un efecto contrario muchas veces, que no fue contrarrestado con la flexibilización necesaria para enfrentar la competencia internacional, en especial en el aspecto laboral-sindical y también en el proteccionismo paraarancelario. Continuar leyendo