Poco a poco el país se fue parando. Primero la economía: el gasto y la emisión sin control, que al principio empujaran la actividad, se fueron convirtiendo en inflación y más impuestos. La inflación tornaba impensable el ahorro y la inversión e inimaginable el futuro y destrozaba el poder adquisitivo del consumidor.
El cepo fue fatal. Porque ahuyentó el ingresó de divisas y exponenció el aumento de costos en dólares. Las empresas más grandes ya no pudieron obtener sus componentes importados a tiempo, o no los obtuvieron nunca más. Las pequeñas empresas exportadoras vieron desaparecer sus mercados frente al aumento de sus costos. Las ganancias obtenidas en los primeros años tuvieron que consumirse para durar.
Las mega inversiones se transformaron en declamaciones o en campo de aventureros, locales o extranjeros, o asociaciones de ambos, sin grandes requerimientos de personal ni de servicios. Junto con las reservas se evaporaron las esperanzas y los proyectos. Las empresas ya establecidas decidieron simplemente quedarse en stand by. Los supuestos nuevos inversores esperaban con calma poder negociar con alguien que no necesitara un chaleco de fuerza. Continuar leyendo