Habría que hurgar mucho para encontrar un momento tan triste y difícil de explicar en nuestra historia como la Guerra de la Triple Alianza.
Fruto de la ambición imperialista de Brasil para muchos, del inefable fantasma inglés para el revisionismo, del delirio de poder del presidente-heredero de Paraguay, Francisco Solano López, en otras visiones, la guerra tuvo un alto costo en vidas (más de la mitad de la población paraguaya, 50.000 argentinos).
También un alto costo económico, al decir de Juan Bautista Alberdi, mucho más cara que toda la guerra de la independencia. Y por supuesto, creó una nueva deuda para el país.
Domingo Sarmiento llega a la Presidencia en 1868, en el momento bélico más sanguinario y enconado. Las batallas se dirimían prácticamente por aniquilación. Muchos esperaban que detuviera la masacre. Pero ello era imposible. La alianza no podía romperse y la guerra solo terminaría con la muerte del caudillo paraguayo, como ocurrió. Continuar leyendo