El scioli-kirchnerismo ha tendido una trampa perfecta a la sociedad. Durante ocho años no sólo transformó el superávit fiscal en un déficit inmanejable e irresponsable. También tornó en déficit el superávit comercial, al profundizar el proteccionismo y finalmente matar la exportación y la producción.
El cepo, al mismo tiempo razón y consecuencia de la muerte del comercio internacional, ha dejado con reservas negativas al Banco Central, un ridículo eufemismo que hemos comprado generosamente para definir el robo perpetrado a entidades y personas al birlarles sus dólares que estaban dentro del sistema. En algunos casos, al obligar dictatorialmente a vender las posiciones y, en otros, al quitar respaldo a los depósitos en dólares del público.
También ha inundado de pesos el país, lo que generó una presión inflacionaria entrópica, a la que hay que agregarle regalitos, como los contratos de futuro, los gastos agónicos, las deudas previsionales, los miles de juicios ocultos que aparecerán ahora y las consecuencias fiscales de cualquier intento de arreglo del atraso cambiario que se ocuparon de crear.
Cual candado para evitar salir del problema, el scioli-kirchnerismo manoseó el juicio de los holdouts hasta perder cualquier acceso al crédito internacional fluido, cerró el camino a los préstamos baratos de los organismos internacionales y a cualquier mecanismo rápido de financiamiento civilizado. Continuar leyendo