Mientras nosotros, pobres vasallos de países populistas marginales, tenemos que recurrir a la modesta offshore panameña para evitar que el Estado decida que los dólares que tenemos en el banco valen un tercio de lo que valían ayer y nos impida venderlos o determine que debemos vendérselos a la mitad de su valor, las trasnacionales han resuelto el problema con mucha mayor inteligencia, obvio.
Particularmente las empresas norteamericanas; a través del instrumento más potente del capitalismo moderno, la hipocresía, han logrado convertir a cualquier país en un paraíso fiscal y a cualquier afiliada, en una offshore. Se enfrentan ahora no contra el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) amigo, sino contra el propio presidente Barack Obama, en una lucha que imaginan ganada porque el republicanismo del Congreso y la estolidez de los postulantes a sucederlo lo garantizan.
Usan para ello diversos recursos. Uno de ellos es vender su empresa norteamericana a alguna pequeña empresa en Europa, Canadá o China, o fusionarse con ella y transformarla en su domicilio fiscal, por lo que pagan la tasa del país de nuevo domicilio. Tal es el caso de Pfizer, que intentó fusionarse con una pequeña empresa irlandesa, país cuya tasa de impuestos es tres veces menor que la de Estados Unidos. Este mecanismo que se conoce como de Investment Approach elude impuestos sin infringir la ley norteamericana. Continuar leyendo