Esta semana el Presidente de la Reserva Federal de Richmond dijo que preveía un escenario de crecimiento un poco más débil de Estados Unidos pero que no esperaba que esto impacte en las decisiones de reducción de estímulos monetarios que está llevando adelante la Fed bajo la nueva conducción de Yellen.
Estamos viendo otro capítulo de la crisis que comenzó en 2008. Recordemos entonces: la primera fase fue la crisis financiera macro económica de EEUU, disparada por las hipotecas y créditos subprime luego de décadas de consumo impulsado por el endeudamiento de las familias. La segunda fase, siempre dentro de la misma película, se dispara en Europa con los famosos PIIGS y los problemas de crédito soberano, sistemas financieros, crecimiento y consumo.
Ahora estamos viendo mayor estabilidad financiera y económica en EEUU -aún con crecimiento débil y sin inflación ha mejorado sus índices de empleo-, que comienza a desandar el camino de los estímulos para tratar de minimizar los efectos secundarios.
En este marco, los inversores que han tenido enormes ganancias en los últimos años comienzan a salir de activos de riesgo y buscan inversiones más seguras e indefectiblemente caen en el dólar y los bonos del tesoro americano que de esta forma bajan su tasa, efecto contrario al que sucede con los bonos de países emergentes de alto rendimiento.
La semana pasada ha habido importantes salidas de fondos y acciones a nivel global. Cabe recordar que el apalancamiento de las inversiones financieras ha vuelto a niveles pre crisis.
No sabemos si esta amenaza a los emergentes se materializará ahora o más adelante, pero hay que prepararse para mayor iliquidez y menores precios de productos primarios.
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