Intentaremos en esta nota vincular el papel que tuvo la Reserva Federal de los Estados Unidos sobre Latinoamérica a través de la política monetaria, que actúa como una suerte de amplificador, tanto en la subas como en las bajas de los mercados de cambios y de commodities, y su impacto en la economía real. La región se benefició del impacto de sus políticas, pero, cuando el ciclo se revirtió, sintió el golpe del peso de las medidas en un sentido exactamente contrario.
Cuando Estados Unidos comenzó con la política de estímulos monetarios producto de su crisis del año 2008-2009, ese exceso de liquidez que no encontró destino en la economía real se volcó a mercados financieros de alta liquidez. Los productos financieros y las alternativas de inversión en la región se han multiplicado exponencialmente desde que es considerada un área geográfica con oportunidades y ha recibido mucha de la liquidez excedente de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales de países desarrollados del año 2008 en adelante. El dinero creado por los distintos programas cuantitativos para revivir a sus economías y la ambición de potenciar los portafolios de inversiones en un entorno de tasas que fueron bajando a mínimos históricos llevaron a los inversores a demandar más riesgo.
Pero vientos de cambio soplan hace dos años por toda Latinoamérica, una región bendecida por sus recursos naturales, pero que ha alternado épocas de oro y de desazón en las últimas décadas. Ese ciclo terminó en 2013, año a partir del cual la demanda agregada global comenzó a desacelerarse, con enormes consecuencias a partir de ahí para todos los emergentes dependientes de las exportaciones de bienes primarios. Continuar leyendo