El absurdo crece en detrimento del orden. El correr del año nos está dando una buena lección: hace falta planificar. Hasta ahora, se sigue confundiendo “alentar” con “tolerar”. Se toleran las ocupaciones cuando la inacción las alienta constantemente. Las autoridades tienen que frenar esta mala costumbre y sacar a los que ocupan ilegalmente el espacio público.
Como si no hubiese sido suficiente con las tomas en Parque Indoamericano y Villa 20 en Lugano, ahora tenemos gente acampando nada menos que ante el Obelisco. El mensaje que los ocupantes parecen querer dar a las autoridades es “o urbanizan las villas o convertimos al centro en una villa más”.
Por eso, lo primero, ante todo, es restablecer el orden. Lo segundo es dar una respuesta a estos reclamos que no sólo son legítimos sino que representan a muchas más personas que las que van a ocupar espacios ilegalmente. Es necesario planificar para terminar con la existencia de villas y asentamientos a lo largo de toda el área metropolitana.
El Instituto de Políticas de Pacificación que presido tiene un programa y una agenda de acciones concretas, bien programadas, para evitar ocupaciones ilegales que provoquen más violencia social. Para salir de una vez por todas del cortoplacismo del subsidio constante y de la impostura de dejar crecer a la pobreza y a la informalidad en nuestra Ciudad. Ahí sí que no vamos a tener la necesidad de decir que hay que reprimir las ocupaciones ilegales de espacios.
No se puede esperar a que haya urbanización para que luego haya orden. El orden se debe garantizar constantemente y en simultáneo al plan de acción que garantice, lo más pronto posible, que no haya razones para que nadie quiera reincidir en el absurdo.