El Mundial y la seguridad en Brasil

Según una nota publicada en el sitio de ESPN el 23 de mayo, el Mundial de Brasil 2014 es el más lucrativo de la historia. También estaría siendo el más costoso: el gasto total estimado para el gobierno de Brasil sería de 14 mil millones de dólares. Gran parte de este total estaría destinada al mejoramiento de los estadios de las 12 ciudades en las que se juegan los partidos, los aeropuertos, el sistema de transporte y, por supuesto, la seguridad.

Brasil implementó el operativo de seguridad más grande jamás realizado para un campeonato de la FIFA. El presupuesto -mayor a 800 millones de dólares- que implicó la movilización de más de 150 mil policías y soldados fue, de acuerdo con Ralf Mutschke, director de seguridad de la FIFA, motivo de tranquilidad para el ente organizador del torneo, luego de los varios disturbios y manifestaciones acontecidos durante el tiempo previo al inicio del mundial.

Las medidas de seguridad que el Estado de Brasil tomó para este Mundial también están pensadas para las Juegos Olímpicos que se celebrarán allí en 2016. Además de la movilización de efectivos policiales y del ejército, se incluyó la compra de robots de Estados Unidos, drones de Israel y tanques de Alemania.

El modelo de robots utilizado es el packbot 510 y lo desarrolla una empresa estadounidense llamada iRobot. Son robots de asistencia militar equipados con cámaras y que pueden identificar artefactos explosivos improvisados, es decir, no convencionales en sentido militar. Cada unidad cuesta entre 100 mil y 200 mil dólares.

Por otro lado, los drones, más conocidos aquí en Argentina por la experiencia que se viene haciendo en el Municipio de Tigre, son vehículos aéreos no tripulados. Brasil compró a Elbit Systems, la empresa israelí de defensa, 2 ejemplares del modelo Hermes 900, que sobrevuelan el territorio.

En el medio de todo este despliegue de tecnología destinada a la seguridad, la policía de Brasil fue equipada con lentes de reconocimiento facial que sirven para identificar fácilmente entre una multitud la presencia de criminales buscados por la policía.

Cabe destacar que, junto con el Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, Brasil ha sido recientemente sede de la cumbre medioambiental de las Naciones Unidas, los Juegos Mundiales Militares y la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en la que la visita del Papa Francisco convocó a  casi 4 millones de personas.

En el transcurso de los últimos años y con proyección a los que vienen, Brasil, un país que se perfila como potencia emergente ha sido el escenario de eventos internacionales que redimensionaron su necesidad de definir políticas de seguridad. Esto se vio cristalizado en el documento Garantía de Ley y Orden lanzado por el Ministerio de Defensa el año pasado. El mismo otorga potestad a las Fuerzas Armadas (ejército, prefectura y fuerzas aéreas) la capacidad de intervenir en conflictos de orden civil y establece los modos en los que pueden tener lugar sus intervenciones.

En definitiva, la militarización de la seguridad en Brasil, de la cual hemos dado cuenta en esta columna al referirnos a las Unidades de Policía de Pacificación que se vienen llevando a cabo en Río de Janeiro desde 2008, es una característica notable de sus políticas de seguridad en los últimos años.

Brasil es uno de los países de la región sudamericana con mayor cantidad de asentamientos precarios (favelas) donde operan los grupos de narcotraficantes más importantes de la región. Sus pretensiones de ascender globalmente como potencia mundial demandan un endurecimiento notable de su control securitario. En esta línea vienen sus iniciativas recientes en la materia para las cuales, la Copa Mundial de Fútbol, es sólo un desafío más que sólo una detallada evaluación posterior nos dirá qué tan bien supieron sortearlo.

Berni se equivoca, la pacificación no fracasó

Sergio Berni está equivocado. El martes, en Animales Sueltos, criticó la iniciativa que se está llevando a cabo en Río de Janeiro para combatir al narcotráfico y dijo que fue “un fracaso”. No es cierto.

El Instituto de Políticas de Pacificación, que presido, viene siguiendo muy de cerca el caso, principalmente porque en él se inspira nuestro proyecto de Ley de Pacificación de la Ciudad de Buenos Aires.

Rio de Janeiro es la ciudad de Brasil con la mayor cantidad de favelas. En ellas operan muchos grupos de narcotraficantes, lo cual agravala precariedad de vida un clima de constante violencia. Cualquiera que haya visto la película Ciudad de Dios se hará una imagen. De hecho, la historia transcurre en La Rocinha, la única favela en Río que ocupa la totalidad de un área administrativa. Para hacer una analogía con Buenos Aires, sería como si una villa ocupara la totalidad de una comuna.

En el 2008 se implementó por primera vez el uso de UPPs – Unidades de Policía de Pacificación, en la favela de Santa Marta. Para el 2013, había bases en 38 barrios. Según datos del Instituto de Seguridad Pública, en esos 38 barrios se registró una disminución del 50% de los homicidios.

Los vecinos de los barrios pacificados reconocen los cambios y dicen estar conformes. En Santa Marta, según estudios de la Fundación Getúlio Vargas, las UPPs tienen la aceptación del 87% de la comunidad. En Ciudad de Dios, el 93% se muestra conforme. Las 17 comunidades que recibieron UPPs en los últimos años registraron aumentos notables de negocios y comercios.

Una investigación del Banco Mundial realizada en 2011 comparaba el estado de tres favelas con UPPs con una que, en ese momento, no tenía. En las favelas en vías de pacificación se registraba una mejor relación de los habitantes con las fuerzas policiales, comunidades más afianzadas y mayor integración de esas zonas con el resto de la ciudad. 

Estos datos se encuentran incluidos en un documento elaborado por IPP al que pueden acceder todos, inclusive Berni. www.politicasdepacificacion.org

Por eso, insisto con la necesidad de aprender de la experiencia brasileña. Nuestro proyecto de ley -que, vale decirlo, es la única propuesta concreta respecto a cómo combatir el narcotráfico e integrar las villas a la Ciudad- logra incorporar los métodos brasileros a la realidad de la Ciudad de Buenos Aires, que aunque afortunadamente tiene menos villas y menos narcos, no deja de tener un escenario de profunda gravedad.