Tal vez Cesar Milani no sospechaba que el tiempo iba realizar un trabajo socavador para sus intenciones políticas y quizás, en cambio, confiaba en que el tiempo proveería olvido e injusticia. Sin embargo, el tiempo hace su trabajo.
En la última semana una nueva testigo de crucial importancia brindó su testimonio en el Congreso: según contó, el militar que comandó su operativo ilegal de secuestro bajo la dictadura fue el teniente general Cesar Gerardo de los Santos del Corazón de Jesús Milani. El hombre elegido por Cristina Fernández para comandar el ejército.
Verónica Matta se había apersonado a la audiencia pública parlamentaria convocada por los diputados Néstor Pitrola y Pablo López, del Frente de Izquierda, al enterarse de que estaría presente Graciela Ledo, hermana del desaparecido Alberto Agapito Ledo, a quien Matta había conocido. La ex detenida del régimen militar contó a este cronista que reconoció a Milani cuando lo vio por primera vez en la televisión. Que reconoció en ese rostro el del joven militar que había comandado su operativo de apresamiento en La Rioja cuando ella era una estudiante secundaria y contaba con 17 años. Matta permaneció en cautiverio durante casi tres años. Después de varios meses, decidió viajar a La Rioja para que sus recuerdos fueran confirmados por el recuerdo de los otros. Y luego se decidió a hablar. Este cronista conversó con familiares y conocidos de Matta que ratificaron su historia.
“Al verlo en la televisión lo reconocí. Lo recuerdo más joven y un poco más flaquito, pero es Milani. Es el mismo rostro que guardo en mi memoria”, dijo Matta en el único contacto con la prensa que tuvo hasta el momento. Yo participaba como delegada en las actividades del Colegio Nacional Joaquín V. González, teníamos una actividad social y política importante. En esas circunstancias conocí a Alberto Ledo, que hoy está desaparecido. Compartíamos salidas, música, guitarreadas, que eran muy comunes en La Rioja”. Matta fue detenida un mes después de la desaparición de Alberto Ledo, quien era un conscripto que cumplía funciones como asistente personal de Milani en Tucumán. La misma noche en que Matta fue detenida varios otros activistas estudiantiles cayeron en el Instituto de Rehabilitación Social, un centro clandestino riojano, en una suerte de “Noche de los lápices” local.
“Esa noche yo ya estaba durmiendo cuando el ruido de unos autos me despertó -recuerda Matta-. Salí por el balcón y vi tres autos con militares armados. Mi viejo subió a mi cuarto y me avisó que me buscaban. Me vestí con bastante parsimonia mientras los militares esperaban en la sala. Bajé y vi toda la escena. Había hombres más grandes, todos con las armas. Mi viejo preocupado hablaba con ellos. Había una figura que contrastaba con el resto de los presentes. Era un jovencito vestido de militar, muy puesto, carilindo, y que llevaba la voz cantante. Le decía a mi viejo: ‘No se preocupe, doctor’. Mi papá preguntaba: ‘¿Pero a dónde la llevan?’. ‘No le podemos decir, doctor’, respondía este militar jovencito. Mi viejo era abogado e hizo llamar a un vecino para que testifique que me estaban llevando. También recuerdo que le pidió al militar joven que firmara un papel y tengo el recuerdo de que lo firmó. Ese hombre era Milani. Lamentablemente, al viajar a La Rioja no encontré el papel entre los documentos de mi papá, ya fallecido. Al militar que comandó mi detención también lo vi mientras estaba detenida, cuando me trasladaban para un interrogatorio. Siempre que nos trasladaban a los interrogatorios nos vendaban y nos esposaban. Pero mi venda quedó baja y lo pude ver: era el mismo joven militar de mi detención. Milani estaba dentro del centro clandestino de detención”.
El testimonio de Matta -que se puso a disposición de la Justicia y que la convierte en la quinta testigo que implica directamente al jefe del Ejército- es muy comprometedor, pero no es el único hecho que complica su situación. En esta columna se publican por primera vez las actas que le solicitan al juez la declaración indagatoria de César Milani por los indicios que lo ligan directamente a la desaparición de Alberto Agapito Ledo.
Señalan que está probado que Milani era subteniente en el Batallón de Ingenieros de La Rioja. Que fue afectado a Tucumán a partir de mayo de 1976 y que integraba el área de Inteligencia. Que Ledo era su asistente personal. Que Milani confeccionó el sumario que acusó a Ledo de deserción, cuando en realidad había sido desaparecido y la falsedad de la afirmación vertida por Milani en ese documento sobre la sustracción de Ledo de su equipo, que testigos aseguran el propio Milani retiró luego de la desaparición del soldado. Que Milani participaba en la así llamada “lucha contra la subversión”, continuidad del Operativo Independencia. Y -lo más importante- que Ledo estaba sindicado por informes de inteligencia como un militante del PRT-ERP y que por eso había sido trasladado de La Rioja a Tucumán junto a Milani: para ejecutar su desaparición.
Informes de inteligencia encontrados en la causa que investiga la muerte del soldado Roberto Villafañe en 1976 describen a Ledo como “marxista trotskysta, perteneciente a la zona La Rioja del PRT-ERP y responsable del frente político en la Universidad Nacional de Tucumán, partícipe del copamiento del Regimiento R17 Catamarca, de haberse conocido con Villafañe antes de su incorporación al Ejército y llevar a cabo con éste la misión de realizar actividades de captación de soldados en la unidad”. Los abogados querellantes deducen que Milani, que cumplía tareas de inteligencia, no podía ignorar el informe que sindicaba a su asistente personal como militante del ERP. Para los representantes de la familia Ledo, existe semiplena prueba de su participación en la desaparición del conscripto. Le queda a la Justicia actuar.