Naturalmente, una cuestión que, suponemos, ganará espacio con el tiempo, es la relativa a la manera de abordar la transición económica 2015/16.
Hoy por hoy, aquélla se plantea light, por varios motivos: a) porque, a esta altura –arrancando 2015-, puede lucir prematuro intentar avanzar más, faltando referencias; b) porque la lucha electoral, aun a tiempo vista, exige un sensible cuidado –distinguir entre lo exotérico y lo esotérico- sobre lo que se puede decir, y cómo; c) porque prima un “lugar común” o imaginario –de una transición afable-, con anclaje interno y externo, que se asocia a la convicción de que el simple recambio de autoridades posibilitará automáticamente, por propio peso, encauzar de modo rápido, fácil y hasta indoloro, el severo plexo de desequilibrios que afronta la economía. Imaginario o convicción que se proyecta sobre los principales referentes, incluido el más conspicuo, actualmente, del sector oficialista. Continuar leyendo