Venezuela está acéfala

Converso con un reconocido encuestólogo y analista de tendencias, quien me refiere la imparable erosión de las simpatías y apoyos al régimen castrochavista y a su actual capo Nicolás Maduro. Me habla de cifras impresionantes que denotan el desencanto y desespero de los que alguna vez tuvieron fe en esta banda colorada, donde un farsante con dotes de encantador logró captar la esperanza de millones de ingenuos que lo creyeron el mesías, y tres lustros después, con sus almas envenenadas por el odio, se encuentran más pobres, más desesperados, más engañados.Me señala un 23% de apoyo popular a Maduro y su régimen, una cifra que a cualquier opositor podría animarle, sólo que esa animación y ese optimismo dura el tiempo que tardamos en preguntarnos: ¿Y quién lo capitaliza? 

Quiénes dentro de un universo opositor plagado de divisiones, de colaboracionistas, de calculadores interesados pueden captar a esos millones de desencantados necesitados de un líder y un mensaje, y hartos de engaños y despelote.

Venezuela está acéfala. Nave al garete donde una banda delincuencial ve perdida su supremacía y en lo único que piensa es en terminar de vaciar las arcas y dejar como bagazo de caña lo que fue un país rico en recursos naturales y tierra propicia para hacer realidad los sueños. Venezuela, donde más del 10% de su población hoy en día dice tener en orden trámites y requisitos para emigrar. Un 10% de venezolanos de clase media, jóvenes con título universitario, con dos o más idiomas que hablan bien, que ve imposible cualquier posibilidad de crecimiento personal y económico en un país que un tropero traidor entregó a los tiranos Castro y su nomenclatura, y estos marcaron la línea: ruina, desesperanza, destrucción de la empresa privada, fin de la libertad de prensa, alianzas siniestras con lo peor de la humanidad, reescritura de la historia patria, imposición de una casta de ladrones y narcomilitares, de un nepotismo asqueante, de una impunidad perversa. Tierra donde secaron el campo y ahora las cosechas son de muertos porque a la banda empoderada le beneficia ya que termina de sembrar el miedo y aumenta la necesidad de huir…

Y es que aquí, en este país desolado, sobran los cínicos, los desvergonzados, los que pretendiendo ser vitalicios líderes de una oposición desmadrada no se sonrojan al defender –por ejemplo- que en ese diario El Universal, hoy vocería del régimen y ambiente cundido de represión y miedos, se haya impuesto la censura. Es el caso del cuñado de un boliburgues, de un bolichico buchón a punta de negocios turbios, yerno de un “Apóstol” de aquellos que se beneficiaron en gobiernos que, como el de Carlos Andrés Pérez, mantuvo su plantilla de elegidos y que muchos de ellos hoy multiplican fortunas de manera exponencial y la restriegan al rostro de los que cada día ven convertida en sal y agua su economía. Los que no convencen ni a sus propias madres porque de cínicos y retorcidos han hartado a millones. Como éste que más de un lector ya ubicó hay muchos, demasiados…

Por eso, dolorosamente, la pérdida vertiginosa de popularidad y apoyos de esta montonera roja rapaz es como lo digo en el título de hoy: Como agua que cae al piso, que ni se recoge ni se puede aprovechar. Menos por esa cofradía que lidera unas oposiciones huérfana de verdaderos líderes y acosadas por los miedos y el desconcierto. 

La Robolución vomita: no podemos hablar de logros, de objetivos alcanzados, de promesas cumplidas por esta montonera roja rapaz. Por donde usted dirija la mirada topará con el horror de un país destruido por quien se planteó como ejemplo a seguir las nefastas prácticas de Fidel Castro y su banda. Es conocido de todos la mortandad que la violencia genera y que día a día colma morgues y en un 97% queda impune. La escasez, inflación, desempleo es pan diario, y ahora la nueva mortificación es el colapso también de la medicina privada. Los venezolanos ya vivimos desde hace bastante tiempo la falta de medicinas que se unió a la ausencia de desodorantes, papel higiénico, harina, aceite, frutas, libertad… En fin, la escasez que también le copiaron a los cubanos castristas.

Ayer, la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales pidió declarar la “emergencia humanitaria” por la escasez de insumos y fármacos para atender a la población. Nada mejora. Al contrario, se agudiza. El Dr. Cristino García Doval, presidente de la mencionada Asociación, hizo público el retraso para operar a miles de pacientes en el país por culpa del desabastecimiento de insumos en quirófanos y unidades sanitarias. ¡Uh Ah!

Para contactarse con la autora: ebruzual@gmail.com
Twitter: @eleonorabruzual

Judíos de Venezuela, la nueva diáspora

Soy periodista. Desde hace décadas me he dedicado a la fuente política y durante el mismo lapso he seguido las perversiones de una izquierda mal llamada progresista que consuetudinariamente se ha aliado a lo peor de la humanidad. Que ha revestido de idealismos las más nefastas tiranías y ha convertido en paladines a sociópatas y transgresores.

De esa izquierda salió o fue captado por ella, un hombre sin escrúpulos, obsesionado con el poder y capaz de hacer cualquier cosa porque en su mente no hubo jamás freno moral. Ese hombre se llamó Hugo Chávez.

Se puede con absoluta precisión decir que la historia y el hacer venezolano se dividen en el antes y el después de este militar golpista. Este clásico caudillo de montonera latinoamericana que luego de intentar derrocar el gobierno constitucional de Carlos Andrés Pérez el 4 de febrero de 1992, por esas incongruencias y amoralidades fue rodeado por seudo-demócratas que le alfombraron de dinero, medios de comunicación y ambiciones el camino a la presidencia de Venezuela por vías que ofrecía la democracia que después se encargó de destruir.

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