El Castrochavismo no se resigna

El mundo entero primero pudo ver como una mayoría electoral puso punto final a la supremacía roja en la Asamblea Nacional, sede del Poder Legislativo de Venezuela. Con el paso de los días, también está viendo como una banda delincuencial enquistada desde hace más de 16 años en el absolutismo, busca con desespero y descaro la manera de desconocer esos resultados del 6 de diciembre pasado, y poder continuar imponiéndose a la voluntad de cambio de millones de electores.

Desde cometer francas violaciones a la ley electoral, hasta pretender ahora endilgarle un fraude a las fuerzas opositoras reunidas en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pasando por creaciones espurias de instituciones sin base constitucional alguna, el castrochavismomadurismo no se resigna y menos admite su categórica derrota. Y no se resigna porque definitivamente no están perdiendo el Gobierno, están perdiendo un Poder omnímodo que les ha garantizado impunidad a los crímenes que han cometido a lo largo de más de tres lustros.

Los “herederos de Chávez” saben muy bien el tamaño de sus culpas y la responsabilidad en cada una. Los “herederos de Chávez” saben que ya éste no vive y no podrá responder ante los tribunales terrenales, sean nacionales o internacionales y saben además que serán ellos, corresponsables en los crímenes, los que responderán en juicios varios, todos por terribles delitos.

Y no viene mal pensar que sucede que cuando la suerte se cambia, todo comienza a ir mal. Por eso a la ruina producto de pillerías, saqueos e ineficiencias, se les vino el derrumbe de los precios petroleros, impidiendo cualquier posibilidad de remontar o de componer estropicios.

Incapaces de admitir la derrota y sus causas, vemos a Jorge Rodríguez exjefe de campaña del comando Bolívar-Chávez, despotricando de los opositores venezolanos que según dice “se dedicaron a realizar una guerra psicológica, que incluyó el aumento de precios”. Y cualquiera podría reírse por tamaña mentira, pero 17 años de falsedades nos han mostrado que muchos creen lo que el descaro asegura.

Jorge Rodríguez, un chavista emblemático de esa metamorfosis sufrida por los jerarcas rojos, que de pobres de solemnidad han pasado a milmillonarios, sigue despotricando por la pérdida producto del hartazgo de un pueblo, del hambre de un pueblo, de la vejación a un pueblo, y se queja por lo que considera un error de táctica electoral, dice reflexionar sobre lo que hizo esa banda maleante durante los días de campaña y concluye que debieron actuar distinto: “Ante una estrategia de guerra nosotros hubiéramos tenido que resistir con las mismas artes, nuestras candidatas y candidatos tomando los negocios que estaban acaparando los productos de primera necesidad y obligando a esos gerentes y a esos propietarios de esos productos a que lo distribuyeran tal cual como era la disposición del Gobierno bolivariano”.

Imposible frente a esa banda de fascinerosos esperar otra cosa más que la que estamos observando. Imposible creer que con esos delincuentes se puede dialogar para encontrar salidas a la horrenda crisis que nos asfixia a todos sin distingo de militancia partidista. Imposible pretender que van a aceptar que perdieron el Poder Legislativo al que por años convirtieron en el horno donde cocinaron todo tipo de horrores políticos y toda impunidad para sus crímenes. La Asamblea Nacional se encargó de dar el visto bueno a todas las violaciones a la constitución y las leyes. La Asamblea Nacional, copia de la cubana, fue la garante de la entrega de Venezuela a los tiranos Castro y al resto de los chulos cooperantes.

Hoy, a 16 días para ver juramentado el nuevo Poder Legislativo, los delincuentes colorados pretenden desconocer la voluntad ciudadana, pretenden, utilizando esa mojiganga que llaman Tribunal Supremo de Justicia, posponer la juramentación de la nueva Asamblea Nacional.

Los venezolanos mueren de hambre y escasez de medicamentos. Es gravísima la situación, pero a los hampones nada les frena, se han cebado en el abuso, por eso hoy, cuando el mundo entero ve lo que protagoniza en ese estercolero llamado castrochavismomadurismo, cuando los sobrinos de la pareja presidencial son juzgados en una corte de Nueva York por narcotráfico y el Comandante General de la Guardia Nacional de Venezuela y siete capos más –curiosamente militares- van por igual camino al ser acusados por los Estados Unidos, el régimen rojo no es más que un hatajo de delincuentes cercados en la Venezuela mancillada, un pozo séptico donde único logran aún impunidad