Sabemos que el mundo necesita romper con paradigmas antiguos y cambiar el rumbo, y es por eso que cada vez más en Buenos Aires y en el resto del planeta escuchamos hablar de la creatividad y la innovación como los verdaderos motores del cambio.
Ciudades y países que se reinventaron para superar crisis, como la colombiana Medellín que hoy es un modelo a seguir, y más recientemente varias ciudades españolas, no dudaron ni un minuto en apelar al espíritu emprendedor de sus ciudadanos para buscar una solución a situaciones que parecían no tener salida por los medios tradicionales.
El mismo camino seguimos en Buenos Aires, donde día a día encontramos nuevos ejemplos de emprendimientos innovadores que están cambiando la vida de las personas gracias a su alto impacto social, ambiental y económico.
Hoy hay una oferta cada vez más grande de actividades y eventos para que los emprendedores se relacionen entre ellos y conozcan a otras personas que ya están encaminadas en lo suyo. Escuchar historias exitosas de aquellos que se nos parecen tiene un poder inspirador enorme.
Un gran ejemplo de ello es Sandbox, una comunidad global de emprendedores que, con jóvenes de menos de 30 años, ya pusieron en acción proyectos que le están cambiando la vida a cientos de personas en todo el mundo.
Entre ellos hay una chica francesa que creó una Escuela de Filantropía para niños, una brasileña autora de uno de los libros más descargados y leídos sobre la vida en Silicon Valley, y un joven que se animó a revolucionar la industria milenaria del té, para llevarlo desde la India al resto del mundo. Todos ellos estuvieron la semana pasada de visita en Buenos Aires, para que los conozcamos, nos cuenten de sus proyectos y nos presenten a los embajadores de su comunidad que viven y trabajan aquí en la Ciudad, cerca de todos nosotros.
Ideas novedosas, proyectos revolucionarios, historias inspiradoras. Todo esto y mucho más se encuentra en el ADN de un emprendimiento innovador, pero ¿cuáles son sus características?
En este punto, es interesante destacar que no hace falta ser un genio informático o conocer en profundidad todas las posibilidades que la tecnología tiene para ofrecer. Después de todo, “innovar”, según el diccionario es “alterar las cosas introduciendo novedades”. Ni más ni menos que eso.
Cada vez que encontramos una nueva forma de enfrentar un problema común, tomamos un camino distinto para ir a trabajar o descubrimos formas diferentes de hacer las cosas de todos los días, estamos innovando. Si además tenemos una idea y al ponerla en práctica le cambiamos la vida a una, diez o cien personas, estamos generando un impacto que en escala puede ser enorme por más simple que sea.
La capacidad de innovar está presente en todos nosotros. Es ahí donde reside nuestro potencial para transformar el espacio que nos rodea y convertirlo en un lugar mejor para todos, poniendo las buenas ideas en acción para lograr el cambio que hace falta en la Ciudad y el país.