Nunca me voy a cansar de repetir que en Medio Oriente nada es lo que parece. El enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudita es sólo la pieza final de una situación geopolítica muy compleja que ve una realineación general de alianzas políticas y militares en la región.
Para tratar de comprender la complejidad geopolítica de Medio Oriente debemos empezar por lo básico, es decir, las piezas en el terreno. Voy a tratar de ser lo más conciso y claro que me sea posible (sin entrar demasiado en detalles de cada una de ellas).
Las piezas que se despliegan son básicamente tres y el tablero está casi exclusivamente entre Siria e Irak. El primer bloque está compuesto por las fuerzas sunitas representadas sobre todo por Arabia Saudita, Turquía y Qatar, con la incorporación de otros países del Golfo. El segundo bloque es el chiíta, comandado por Irán, Hezbollah y la yihad islámica. El tercer bloque es el Estado Islámico, Daesh, que podría insertarse tranquilamente en el bloque sunita si no fuese porque oficialmente el bloque sunita dice que quiere combatir el Califato.
Entre estos tres bloques se mueven también los otros componentes importantes de Medio Oriente, Israel, Egipto y Jordania, que hasta ahora nunca han tomado una posición de apoyo en favor de sunitas o chiítas, sólo se han pronunciado contra el Estado Islámico como esquema. Otros componentes son las decenas de grupos terroristas que adhieren a los sunitas, a los chiítas o a Daesh. Hamas y otros grupos palestinos, por tradición, mantienen los huevos en las tres canastas, ya que el financiamiento llegará de alguna de ellas. Continuar leyendo