Un viejo libro de Eduardo Jorge, el David Ricardo rioplatense, titulado Industria y concentración económica, plantea las características de la dependencia de la Argentina en términos históricos. Arturo Jauretche decía: “Nuestras formas tradicionales de comercio exterior han determinado nuestras formas internas de producción” y en estas están los principales intermediarios que concentran la comercialización de la principal producción argentina en el comercio exterior. Pero esta demanda externa que delineó las formas internas de producción, en un momento fue la carne y el trigo, en la actualidad la oleaginosas (soja) y los derivados, se ha organizado históricamente en un sector sensible de la población, la industria de alimentos y bebidas.
Esto es lo que plantea Eduardo Jorge: “La expansión de dichas ramas industriales quedaba basada, al igual que la de la producción primaria, en la demanda externa”, o sea, nuestras formas tradicionales de comercio exterior. Por ello es importante diferenciar dentro de la industria manufacturera el rol de cada sector y su aporte al sector económico en términos de divisas, trabajo y capital. Porque muchas de estas grandes industrias vinculadas al sector externo condicionan el desarrollo en la periferia; una frase de este sector mercado externista fue, en los treinta, “Comprar a quien nos compre”. Así se gestó una alianza entre sectores agrarios e industriales, bajo la hegemonía política de los primeros, diría Eduardo Jorge. Que luego, acumulando capital, lograron una diversificación en sus activos y sus negocios, y constituirían nuevas alianzas, influenciados por el contexto internacional. Hubo algunas experiencias en regulación del comercio exterior como el IAPI, la Junta de Granos y Carnes, así como momentos en que la regulación para una mayor distribución desató conflictos que invitaban al debate de proyectos de nación, como fue la resolución 125 (2008). Continuar leyendo