Camino por el fondo de la Casa Rosada. Veo el obrador que tapa parcialmente lo que queda en pie del monumento a Cristobal Colón. Sigo caminando, miro fijamente a la Rosada, que inmutable no contesta las preguntas que le hago. Sigo caminando, detrás de una grúa aparece Colón, acostado. Está envuelto en lo que parecen ser vendas gigantes. Me pregunto que le dolerá más. Acostamos a Colón, algunos dicen que para parar a Juana Azurduy. No sé. Por ahora no se para nadie. De hecho, no veo a nadie parado cerca. Sigo caminando. La Rosada sigue muda. Mis preguntas sin respuesta.
Somos Colón, ¿se entiende no? Somos Colón y Juana Azurduy. Somos los conquistadores y los pueblos originarios, somos Juan de Garay y los Pampas. También somos Saavedra y Moreno. Somos San Martín y Belgrano. Somos Lavalle y Dorrego. Somos Rosas y Sarmiento. Somos Roca y su campaña al desierto y también los que murieron en esa campaña. Somos Pellegrini. Somos Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen. Somos los millones de inmigrantes que eligieron nuestra tierra para cumplir sus sueños y también los locales que quisieron impedir la inmigración. Somos los radicales yrigoyenistas y los anti-personalistas. Somos Uriburu y su golpe y somos los que cometían fraude electoral en los 30 (también somos los que lo siguen cometiendo a 30 años de la vuelta de la democracia).