Recientemente ha tenido lugar un episodio doblemente triste en el Hospital Fernández. Una mujer fue criminalizada por haber llegado con un aborto en curso. Luego fue denunciada y detenida por algunas horas. Sin embargo, no son estas experiencias ulteriores lo que una mujer en esa situación necesita. Atención y contención son, en realidad, las verdaderas soluciones. En primer lugar para evitar el aborto, una carga pesada sobre el corazón y el cuerpo de la mujer. Y en segundo lugar, ante el primer fracaso, para paliar las consecuencias dolorosas de haberlo realizado.
Las paradojas del aborto son cada vez más claras: ¿quién gana con un aborto? Nadie. Ni la mujer, ni su hij@, ni la sociedad. Nadie. Es una claudicación a la miseria, a la desesperanza, a la apatía. Y así otras preguntas quedan flotando en el aire: ¿alguien la ayudó en su situación de riesgo?, ¿alguien la presionó para que abortara?, ¿alguien miró para otro lado?, ¿quién fue indiferente ante la situación del aborto de esta mujer?