Según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) Perspectivas sociales y del empleo en el mundo 2015, tres cuartas partes de los trabajadores están empleados, ya sea con contratos temporales o a corto plazo, de manera informal. Solo una cuarta parte, a nivel mundial, tiene una relación de empleo estable.
En América Latina y el Caribe el 68 % de los empleos no registrados se generan en la economía informal, el 32 % restante está vinculado con empresas formales. Según el mismo trabajo de la OIT, en esta región, seis de cada diez empleos son informales.
En nuestro país, la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censos, realizada en 31 aglomerados urbanos, registró que la tasa de trabajo en negro en el primer trimestre del 2015 fue de 31,9 %, 2,4 puntos porcentuales menos que el trimestre anterior. Otros estudios privados la sitúan más cerca del 34 %. Lo cierto es que la tasa de empleo informal tuvo una importante disminución con respecto a 15 años atrás, cuando se encontraba en casi un 50 % de la fuerza laboral.
La ciudad de Buenos Aires posee una mejor situación, ya que llega al 79 % de trabajadores formales en su conjunto, pero los indicadores de informalidad laboral también muestran al sur como la zona más desfavorecida.
Estos datos son solo cifras que no alcanzan a describir el drama del trabajo no registrado, que tiene consecuencias inmediatas y a largo plazo, tanto para el trabajador como para el conjunto de la sociedad. Continuar leyendo