En su reciente encíclica, Evangelii Gaudium, Francisco le habló de Dios a la Iglesia y señaló el camino por el cual ella debe hacer presente la fe en el mundo de hoy. También habló de política. No de esa que piensa sólo en coyuntura o en “rosca”, como a veces simplificamos el concepto en nuestra praxis habitual, sino de aquella que busca principios rectores que influyan en la acción política en sí misma.
En los puntos 222 a 237 del documento mencionado, Francisco retoma ideas que no son novedad en su discurso. Propone y desarrolla cuatro principios como ejes articuladores de todo el pensamiento y la acción en la tarea de construir poder. Un poder que se construye sólo para lograr el bien común y la paz social de los pueblos, que son en la mirada del Papa y de la Doctrina Social de la Iglesia, el horizonte y el sentido de toda acción política.
Esos cuatro principios son:
“El tiempo es superior al espacio”: el principio que permite trabajar a largo plazo sin obsesionarse por resultados inmediatos. Trabajar con convicciones claras y tenacidad pero sin ansiedad. La necesidad del largo plazo en la política.
“La unidad prevalece sobre el conflicto”: asumir los conflictos sin quedarse encerrados en ellos. El hombre político está llamado a la grandeza de animarse a ir más allá de la superficie conflictiva para buscar y desarrollar la comunión en las diferencias. Y mencionando un documento de los obispos del Congo, Francisco propone asumir y vivir en una diversidad reconciliada. La necesidad de la política de encontrar los lazos que nos unen y hacer que esos lazos sean más fuertes que las divisiones y diferencias.
“La realidad es más importante que la idea”: se trata de un diálogo permanente entre realidad y pensamiento, para evitar que las ideas se corten solas, ya que el reino de la sola palabra, de la sola imagen, del solo discurso, acarrea el riesgo de cualquier tipo de totalitarismo. La necesidad de la política de estar en contacto real con “lo que está ahí”. Más que las encuestas el político debe conocer a la gente real, sus necesidades y sueños.
“El todo es superior a la parte”: ampliar la mirada para no obsesionarse por cuestiones limitadas y particulares, encuadrarse en el bien mayor que beneficiará al conjunto. Sin perder de vista lo local que nos pone los pies sobre la tierra, atender a lo global que garantiza el bien y la paz de todos.
Así es como Francisco pretende influir en la política argentina y mundial: iluminando con sus ideas el pensamiento y la acción de los distintos líderes sociales. Un dato no menor es que aquí habla él mismo, sin lugar a dudas; Evangelii Gaudium es un documento oficial. Porque últimamente llegan a estas latitudes supuestos dichos del Papa a éste o a aquel donde apoyaría a tal o a cual, en asuntos de la doméstica rosca nacional…
En estos tiempos creo que debemos escuchar al Papa real para conocer su pensamiento y entender así su accionar como líder mundial. Si caemos en la irresponsable trampa de meterlo en cada cuestión localista, vamos a perder la posibilidad de comprender acabadamente la grandeza de su papado que consiste en ser un faro para la humanidad de nuestro tiempo. Un faro que, desde la fe cristiana, piensa, vive y trabaja para la paz social y el bien común del mundo entero.
Ojala todos los argentinos estemos a la altura de este tiempo privilegiado que nos toca vivir. Ojalá todos actuemos con grandeza interior y sepamos encarnar estos postulados del tiempo, la unidad, la realidad y el todo, incluso en nuestra lectura de los gestos de Francisco.
Si usamos mezquinamente su figura, seguramente nos perderemos algo -o mucho- de este enorme líder que con sus sólidas convicciones y sus principios de acción ya está cambiando el mundo. Y los argentinos, otra vez, habremos perdido una oportunidad histórica.