El Gobierno nacional parece estar encaminando al país hacia la que sería la octava cesación de pagos de su historia, apostando a una caída en un próximo default parcial y administrado, como pretenden los actuales funcionarios hacerlo aparecer, y presentándolo como consecuencia de la decisión del Juez Griesa y no de la inoperancia propia –algo normalmente llamado “relato”, destinado a los pocos adeptos incondicionales que aún conservan-. Desde esta perspectiva, evaluando las consecuencias posteriores al 31 de julio de 2014 -el plazo otorgado por el Juez vence el día 30 de julio próximo-, y sabiendo que estamos en una recesión cuyo mejor indicador es el menor incremento real de la recaudación nacional-, podríamos decir que nos encontraríamos con los siguientes inconvenientes:
- falta de ingreso de divisas internacionales (dólares estadounidenses)
- salida de divisas, como consecuencia de las compras al exterior, que salen desde el B.C.R.A.
- incremento de pesos circulantes en la calle
- niveles de inflación mayores a los convenidos hasta el mes de mayo de 2014, lo que acentuaría una espiral inflacionaria combinada por expectativa y por costos de los insumos, llegando a cerca del 55% anual
- incremento del número de empleados que pagan impuesto a las ganancias, licuándose el aumento de paritarias y tornándolo inviable
Por todo lo anterior, estamos en condiciones de afirmar que el segundo semestre de 2014 no sólo no será un lecho de rosas sino que podría representar un verdadero calvario para el Gobierno nacional que trata de mantener las reservas internacionales del Banco Central de la República Argentina en torno a los U$S 28.000 millones, aunque con los pagos a realizar entre septiembre y diciembre/2014 -alrededor de U$S 1.000 millones, más los pagos de costos e insumos en el orden de los U$S 2.000/3.000 millones- y ante la falta de ingresos que aseguren un flujo de fondos, nos encontraríamos con un nivel de reservas internacionales a fin de año de cerca de U$S 25.000 millones, con todos los problemas que ello traería aparejados para el país y el futuro gobierno. Lo que en la calle se llama normalmente embarrar la cancha, con la idea de que sería factible el regreso en el 2019.