Finalmente se hace justicia en el caso de las mensualidades (un esquema de compra de votos de parlamentarios) en Brasil. Escribo sin ningún júbilo: es triste ver en la cárcel a gente que en otras épocas luchó con desprendimiento. Está presa al lado de otros que se dedicaron a forrarse los bolsillos y a pagar sus campañas a costa del tesoro público.
Más melancólico aún es ver a personas que antes se la jugaban por sus ideales –aunque fueran éstos controvertidos– levantando el puño como si vivieran una situación revolucionaria en el mismo instante en que juran fidelidad a la Constitución. ¿Dónde está la revolución? Gesticulan como si fueran un Lenin que recibiera dinero sucio y lo usara no para construir una “sociedad nueva”.