Amigos son los amigos. Fieles a esta máxima popular y dispuestos a ayudar al amigo caído en desgracia, los máximos líderes del “modelo” le procuraron al eterno derrotado Daniel Filmus un conchabo en la Cancillería. Como todos los cargos estaban ocupados, optaron por crearle uno relacionado con las cuestiones inherentes a nuestras Islas Malvinas. No fueron pocos los problemas que esta “ayudita” al amigo crearon en la consejería legal y en otras dependencias diplomáticas del país, ya que hubo literalmente que inventar algunas tareas para delegarle al nuevo secretario de Estado. Tareas, claro está, que sean tan sonoras como inútiles ya que aun para este “modelo” el tema Malvinas es algo delicado.
Así fue que dispuesto a honrar a quienes lo ungieron en el cargo, el nuevo secretario ya nos ha comunicado su primera gestión en procura de poner en jaque a la mismísima corona Británica, anunciando urbi et orbi que “serán sancionados civil y penalmente quienes realicen tareas de pesca en las adyacencias de nuestras islas sin el correspondiente permiso de pesca emitido por nuestro país”. Ya alguna vez le he comentado -amigo lector- que la porción sumergida de la patria se divide en tres partes: mar territorial, zona contigua y zona económica exclusiva. Esta última es la porción que se extiende desde la línea de más bajas mareas hasta las 200 millas mar adentro y en la cual, como estado ribereño, Argentina ejerce plenos derechos de explotación de sus recursos pesqueros y riquezas provenientes del lecho y subsuelo marinos.