La mañana del 2 de julio, si bien fría, exhibía un sol radiante; toda la comunidad marítima y naval de Argentina se dio cita puntualmente en el centro educativo que la Prefectura Naval posee en la ciudad de Zárate, para celebrar los 204 años que median desde la designación de Martín Jacobo Thompson como primer capitán de puertos de las Provincias Unidas del Río de la Plata hasta el presente. Todo el lugar estaba impecablemente presentado para la ocasión. Un particular discurso pronunciado por el Prefecto Nacional (máxima autoridad de la fuerza), tradicionalmente extenso pues se acostumbra en este día pasar revista a un año de gestión, fue magistralmente amenizado con videos institucionales muy atractivos que ponían en imágenes las palabras del orador.
Para mi sorpresa, y la del resto de los presentes, el discurso de la ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez, fue una gota de agua en medio del desierto de la política. ¿Creerán los lectores que la funcionaria no aprovechó el micrófono para atacar a los poderes ocultos, revindicar el nacimiento de la patria en 2003, ni a nombrarlo reiteradamente a “El”, y casi tampoco a “Ella”. La Ministra habló de lo que se estaba celebrando, honró diversos actos de servicio realizados por la fuerza a su cargo y describió con orgullo las últimas adquisiciones de equipamiento destinado a la lucha contra el narcotráfico y el contrabando; las que por otra parte estaban allí delante de nuestros ojos en una clara demostración que no hablaba de promesas incumplibles.