Con toda razón podrá preguntarse usted –amigo lector- qué tiene que hacer un marino opinando sobre el tema del momento; es decir, el revés judicial en USA relativo a la exigencia de unos señores que tienen en su poder bonos argentinos y que han decido ejercer su derecho a cobrarlos en su totalidad y las aparentemente poco felices gestiones llevadas adelante por nuestro gobierno, las que no sólo no han tenido éxito sino que además parecen haber irritado al juez que antes nos miraba con cierta compasión y ahora nos tiene fastidio.
Parece mentira que el país que acuñó aquel consejo -“hacéte amigo del juez”- lo haya dejado de lado cuando más lo necesitábamos. Seguramente una mala influencia de estos tiempos en los que, por ejemplo, un parricida confeso y condenado insulta al juez que lo cita por otro ilícito; aunque ese juez también esté siendo investigado por hechos tan variados como extraños para su cargo -desde ostentar un costoso anillo que razonablemente no pudo abonar con su salario, hasta frenar un allanamiento por el llamado de un funcionario de otro poder del Estado. Todo ello casi al mismo tiempo en que un vicepresidente imputado por violar varios artículos del Código Penal intenta, antes que limpiar su imagen, “limpiar” a los jueces y fiscales que buscan establecer su culpabilidad o inocencia.
Dentro de esta tónica, parece natural que nos esforcemos y compitamos entre nosotros para ver quien le grita más fuerte al titular del fondo MNL toda suerte de epítetos; siendo el más suave el ya famoso “buitre”. Olvidando que los bonos que el rapaz tiene en sus garras, fueron emitidos por el Estado Argentino y que ese mismo Estado fue el que habilitó a la justicia de USA como la legítimamente habilitada para entender en cualquier controversia. De esta situación obviamente no tiene la culpa la actual administración. De lo que sí podríamos responsabilizarla es de no entender que la viveza criolla no se extiende más allá de los límites de nuestra querida Patria y que por lo visto las bravuconadas y discursos para la militancia, tan efectivos dentro del salón “mujeres argentinas” de la Casa Rosada, generan reacciones adversas y efectos colaterales y secundarios fronteras afuera.
El título de esta columna tiene su razón de ser en una rápida hojeada a varios portales de noticias nacionales e internacionales. Tradicionalmente, cuando el mundo quería hacer referencia a nuestro país con una imagen, era el “obelisco” invariablemente el emblema escogido. A partir de la decisión de la justicia de USA y las respuestas que se van obteniendo desde Argentina, comienzan a agitarse los fantasmas de los embargos a activos propiedad del Estado Argentino y la imagen asociada a la Patria es la de la Fragata Libertad, tal vez por haber sido el bien más emblemático que ha protagonizado una medida de este tipo. Es como que la “Embajadora de los Mares” es ahora la “Reina de los Embargos”; si bien es muy difícil que en la actualidad el mismo fondo MNL vuelva a escogerla como presa a la luz del resultado obtenido con el intento de embargo en Ghana.
Licencias poéticas al margen, es importante tener en cuenta que un default y las consecuencias del mismo nos tocan a todos y a todas y que no quedará actividad económica alguna del país que pueda salir indemne de esta situación. Para la actividad naval por ejemplo, podremos ir despidiéndonos de la anunciada compra de buques rusos para la Armada Argentina, lo mismo que la construcción de nuevas unidades, la compra de aviones de combate; incluso la ley de reactivación de la industria naval y la marina mercante en pleno trámite parlamentario, chocará con la imposibilidad de ser implementada por la evidente falta de recursos crediticios que enfrentará la misma
Por lo visto de nada han valido nuestras “amenazas” sobre los riesgos que correría el sistema financiero mundial si alguien osaba “dañar” a la Argentina, tampoco pareció surtir mucho efecto la comitiva multipartidaria que viajó a USA para “presionar” a la Corte Suprema de aquel país; siendo lo más destacable de la misión, su contribución a la pérdida de otros cuantos miles de dólares en viáticos y hospedajes. Mucho menos parecen contribuir las declaraciones que tanto la Presidente como sus ministros formulan por estos días; las que, por más que nos digan “tranquilos, está todo calculado”, se estrellan invariablemente contra la dura realidad.
Entonces mientras pasamos revista a todos nuestros bienes terrestres marítimos y aéreos en el exterior, mientras intentamos dejar en puerto seguro a nuestra Fragata (por las dudas), vaciamos las cajas fuertes de las embajadas, mudamos fuera de ellas las obras de arte de gran valor y vemos qué hacemos con los fondos oficiales que se encuentren en bancos extranjeros, sería muy útil que reflexionemos sobre lo que tal vez constituya la razón de ser de todas nuestras desgracias (o de buena parte de ellas). Tenemos la perversa costumbre de creernos el “centro del mundo” lo que hace que desde hace años nos estemos hundiéndo en un abismo tan profundo que nos va a llevar casi casi al centro de la tierra lo que obviamente no es lo mismo.