Se ha atemperado la conmoción motivada por el comienzo de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Con la ventaja de contar con esa circunstancia, cabe intentar un análisis parcial a la luz de los elementos de información existentes.
Se trata de un evento muy importante porque inicia el camino de Cuba hacia la democracia. Es de esperar que esa democracia sea la que establece la Carta de la OEA, los Pactos de Derechos Humanos, la Declaración de Santiago de 1959 (que crea la CIDH) y la Carta Democrática Interamericana del 2001 por iniciativa de Perú y Argentina (Rodríguez Giavarini). Vale decir, pluralidad de partidos políticos, división de poderes, alternancia en el gobierno, libertad de expresión, entre otras instituciones que son la esencia de Occidente y también de América Latina y el Caribe. Abogar para que en el Hemisferio se practique la democracia representativa es responsabilidad colectiva que invita a no respaldar gobiernos autoritarios. Ello nunca podría implicar una discriminación ideológica hacia los pueblos que sufren el autoritarismo. Continuar leyendo