Los límites de la comunicación política

En los últimos años la mayoría de los consultores políticos profundizaron la tesis de que “sin comunicación no hay gestión”. Es verdad que lo que no se comunica prácticamente no existe, pero sobredimensionar la comunicación en detrimento de la gestión se ha transformado en una debilidad para los políticos. Generalmente, los que más se preocuparon por comunicar en lugar de gestionar fueron los que más dificultades tuvieron para ser elegidos o reelegidos para gobernar un municipio, provincia o país.

En las elecciones legislativas la situación suele ser más accesible y se eligen políticos que puedan dar buenos debates de ideas y/o opinar sobre la coyuntura. Son dirigentes que la gente los elige para que estén en los medios de comunicación, sean concejales, legisladores, diputados o senadores pero les desconfían para ocupar puestos de gestión.

En la mayoría de los partidos de Argentina hay grandes comunicadores que han tenido dificultadas para ocupar cargos ejecutivos. Un ejemplo es el de Elisa Carrió, que se presentó para presidente en las elecciones de 2003, 2007 y 2011 perdiendo en todas las oportunidades. Sin embargo, a Carrió la gente la elige para los cargos legislativos y, dicen los productores, para que esté en la televisión porque da rating. Algo similar sucede con Fernando “Pino” Solanas, Margarita Stolbizer, Francisco De Naravez, entre otros. A ninguno les alcanzó la comunicación para ser elegidos para cargos ejecutivos.

En cambio, los que más críticas recibieron con respecto a su discurso han sido los que mejores posibilidades tuvieron a la hora de ser elegidos para gobernar. Daniel Scioli y Mauricio Macri fueron los políticos que más dardos o humoradas recibieron a lo largo de su carrera por su manera de expresarse. Pese a esto, han podido armar un equipo de gestión que generara hitos comunicables. Por mencionar algunos, el PRO logró transmitir muy bien logros como los subtes, el Metrobus, la Policía Metropolitana, el Teatro Colón, y asociarlos a la figura de Macri. En tanto, el equipo de Scioli, en su última campaña denominada Buenos Aires Activa, también enfocó a destacar la gestión del gobernador en temas como reclutamiento policial, parques industriales, secuestro de armas y drogas, unidades de pronta atención, escuelas técnicas, el Estadio Único, entre otras.

Si hoy analizamos a los candidatos presidenciales, las encuestas ubican en lo más alto a cinco políticos que han demostrado experiencia en gestión provincial y municipal: Hermes Binner en Santa Fe, Mauricio Macri en Capital Federal, Daniel Scioli en Buenos Aires, Julio Cobos en Mendoza y Sergio Massa en Tigre. Lejos de ellos se ubican los que han privilegiado ocupar cargos legislativos o ministeriales como Florencio Randazzo, Julián Dominguez o Ernesto Sanz. Randazzo es el que entendió que la gente lo que más valora de los políticos es que trabajen para que le solucionen los problemas diarios. En esa dirección apuntó a comunicar su tarea al frente de la política ferroviaria.

El caso de Sergio Uribarri y Juan Manuel Urtubey, gobernadores de Entre Ríos y Salta respectivamente, parecen ser una excepción. Son dos gestores que, pese a tener una presencia elevada en los medios, no han enfocado en comunicar logros de gestión sino en su pertenencia incondicional al espacio del kirchnerismo. Eso, hasta el momento, no ha servido para cautivar el electorado nacional y, en cambio, empiezan a tener algunos inconvenientes para renovar sus mandatos provinciales.

En resumen, los que lograron un equilibrio entre comunicación y gestión fueron los que ganaron la confianza de un electorado que, en los últimos años, reclama que los dirigentes puedan presentar hechos concretos de que han podido mejorar la vida a los ciudadanos. Los que han sobrecomunicado o han hecho poco ven reducidas sus posibilidades.

Luces y sombras de la comunicación oficial

Lejos de querer analizar el alcance real de los logros y fracasos que podrían determinar si estos años fueron para festejar o entristecerse, la Década Ganada, en tanto concepto creativo, es frágil y definitivamente no se encuentra entre los aciertos de la política de comunicación del Gobierno nacional En este caso, como propuesta, el kirchnerismo intenta diferenciarse de otras décadas señalando a su gestión como victoriosa frente una década perdida pero sin lograr ser especifico a qué otra década se refiere.

Además, el concepto creativo de Década Ganada no admite la posibilidad de derrotas parciales ni empates, como tampoco mejoras progresivas o balances de tipo positivo/negativo. No genera espacio para la discusión y se transforma en una fiel representación de un planteo exitista que asocia de manera automática perder con fracasar. Con esta construcción, la década fue ganada en su totalidad y no hubo derrotas. Así, el kirchnerismo sólo puede persuadir o interpelar a sus seguidores o prodestinatarios.

Al mismo tiempo, la síntesis que lograron los creativos es débil porque invita a la crítica fácil y, en consecuencia, permite que se puedan minimizar los logros del Gobierno. Cualquiera, sin importar clivaje, pone fácilmente en crisis el concepto. Una sola persona tirada en la calle y sin trabajo invita a que un transeúnte se pregunte en dónde esta la década ganada o que algún periodista, ante el crecimiento económico de algún funcionario, señale que la década, en lugar de haber sido ganada para todos, solo fue para los políticos.

Todo lo contrario sucede con el programa/producto Precios cuidados. Con este concepto no quedan dudas que hay una acción concreta del Gobierno en favor del ciudadano. Y, más allá de si el programa sirve como medida para combatir la inflación, el metamensaje es que el Gobierno protege al ciudadano del empresario que le quiere aumentar los precios. 

También, el Gobierno reforzó la idea con campañas agresivas de difusión oficial y mediante publicidades negativas. Con ambas herramientas lograron demonizar a los dueños de las compañias. Las propagandas, que se pueden visualizar por los medios estatales e incluso socializadas por la presidente, Cristina Fernandez de Kirchner, definen al empresario como “vivos que aumentan los precios”.

Al mismo tiempo, la agrupación kirchnerista Unidos y Organizados se encargó de realizar las publicidades negativas mediante escraches contra los propios CEO y dueños de empresas. Fue en febrero pasado que el centro de la Capital Federal se empapeló con miles de afiches con los nombres, apellidos y fotos de los empresarios acusándolos de “robar el sueldo a clientes y consumidores a través de los aumentos en las góndolas”.

De alguna manera, la lógica del concepto de Precios Cuidados logra una mayor aceptación, incluso en los que no son partidarios del kirchnerismo (léase indecisos y/o paradestinatario), porque se enmarca en lo que se ha denominado relato k. Más allá de cualquier crítica, al Gobierno le ha funcionado la construcción permanente de un relato para definir un otro/enemigo claramente identificable: el menemismo, el duhaldismo, el FMI,Clarin, el campo, entre otros.

En el caso de Década ganada ese otro es difuso ya que como mínimo se puede posicionar a la década k en contraposición a dos periodos: la denominada década perdida que se empleó para describir las crisis económicas, no solo de argentina, sino de toda América Latina durante la década de 1980. y, por otro lado, en contraposición a los años “perdidos” del menemismo.