Beatriz Sarlo y las políticas reales para la vida real

A poco menos de una semana de las PASO, el diario La Nación publicó una columna de Beatriz Sarlo en la que criticaba a Gabriela Michetti (y a partir de ella a buena parte de los candidatos) por un discurso que encuentra vacío de contenido. A contrario de lo que sostiene Sarlo, la postura de PRO es profundamente política.

Sarlo describe una mutación política que habla de “valores” antes que de “ideologías”. Los candidatos se limitarían a hacer encuestas y repetir lo que la gente dice. En definitiva, dice, “hay algo profundamente hostil a la política en los discursos generalistas cuya validación es lo que la gente declara ante los encuestadores o lo que los candidatos escuchan cuando recorren un barrio”. Parece así sostener, implícitamente, una visión de la política divorciada de lo que los votantes efectivamente quieren, que generalmente es menos una discusión de principios o ideológica que la creación de las condiciones para vivir mejor. Parecería que quien debe definir qué es importante no debería ser el electorado, el pueblo, la gente, sino los dirigentes o los intelectuales. Pero podría decirse que hay algo profundamente hostil a la democracia en los discursos ideologizadores cuya validación es lo que un teórico, o dirigente o especialista declara como lo correcto.

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