Es muy frecuente que quienes tienen a su cargo el desarrollo de políticas públicas consideren que evaluación y monitoreo son la misma cosa, cuando definitivamente no es así.
Un programa de política pública tiene dos componentes básicos fundamentales. Un objetivo, que define el impacto positivo que se busca generar en la gente. Y un plan de trabajo, en el que se especifica cuáles son las actividades a realizar, los recursos que se necesitan, los tiempos de ejecución y el presupuesto.
El monitoreo está relacionado directamente con el plan de trabajo y lo que nos permite es comprobar que, efectivamente, las actividades que deben realizarse se están llevando a cabo, que se cuenta con los recursos previstos, que los tiempos de ejecución se están cumpliendo y que el dinero que se está invirtiendo es el que se había asignado a ello.
La evaluación, en cambio, está relacionada al objetivo del proyecto y lo que nos permite es saber si el trabajo que se está desarrollando genera el impacto que se buscaba, es decir si estamos o no haciendo algo que mejora las condiciones de vida de una persona o de una población. Continuar leyendo