La visita de Obama y los cuarenta años del golpe militar

El anuncio de la visita del presidente norteamericano Barack Obama a la Argentina, que coincide con el 40.° aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976, generó críticas entre referentes de las organizaciones de derechos humanos. Por ejemplo, Nora Cortiñas, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, señaló que los Estados Unidos “fueron los gestores de las dictaduras en el Cono Sur, en la América Latina. Además, es un país que vive entrometiéndose en otros países, provocando el horror”.

No es ninguna novedad que en el contexto de la Guerra Fría los Estados Unidos tuvieron participación en algunos golpes militares en la región y apoyaron dictaduras. En el caso del golpe militar de 1976 en la Argentina, acusar de gestor a los Estados Unidos es francamente ignorar la responsabilidad principal de los actores políticos locales de la época. Asimismo, implica una desmemoria en materia de la posterior solidaridad democrática internacional brindada por los Estados Unidos en esos años de plomo.

En efecto, ya en el primer año de la dictadura de la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla, el Congreso de los Estados Unidos recibió testimonios sobre la violación de los derechos humanos en la Argentina. El abogado Lucio Garzón Maceda fue uno de los dos juristas que brindó testimonio entre los días 28 y 29 de septiembre de 1976 ante la Subcomisión de Organismos Internacionales y calificó los resultados de esas presentaciones en el Congreso estadounidense como la primera derrota de la dictadura militar en el campo internacional. Continuar leyendo

Cuba sigue sin democracia

El intercambio de detenidos entre Cuba y Estados Unidos, junto al anuncio del restablecimiento en las relaciones diplomáticas, han despertado expectativas demasiado exageradas.

Un aspecto fundamental de la relación bilateral no cambiará mientras esté Raúl Castro en el poder y su hermano Fidel siga vivo: la apertura democrática en Cuba. A su vez, en un país como Estados Unidos, respetuoso del estado de derecho y la división de poderes, el fin del embargo norteamericano a Cuba necesitaría de la aprobación de su Congreso y ello es muy poco probable que suceda.

En el caso de Cuba, además de la falta de incentivos para una apertura política por parte de la gerontocracia militar revolucionaria de los Castro, ellos siempre han enfatizado que su régimen jurídico e institucional de partido y pensamiento único es inamovible.

Al respecto, en su reciente alocución sobre las relaciones de Cuba con Estados Unidos publicada por Prensa Latina, Raúl Castro afirmó: “Tenemos profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior”.

Lo anterior significa que el régimen cubano no reconoce los derechos humanos de primera generación – las libertades civiles y políticas – e incluso las considera un delito. Un cambio en la política interna de Cuba es precisamente lo que reclama Estados Unidos y apoya a través de su cooperación internacional.

A su vez, luego de conocido el diálogo iniciado por ambos países gracias a la intermediación de Canadá y el Vaticano, Raúl Castro aclaró en su discurso que “Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar”.

Es decir, para Estados Unidos el problema de Cuba es su sistema político y para Cuba sus problemas se deben al embargo impuesto por los Estados Unidos.

Este conflicto se podría haber solucionado a inicio de los noventa si muchos más países, especialmente los de América Latina, hubiesen cuestionado el régimen de partido único de Cuba y reclamado la apertura democrática en la dictadura remanente de la región. Lo cierto es que hasta hoy en día, los gobiernos de América Latina y los organismos regionales e internacionales le piden a Estados Unidos el levantamiento del embargo norteamericano – en muchos casos denominándolo erróneamente como “bloqueo” – y al mismo tiempo no le plantean a Cuba que realice cambios hacia una apertura política o, al menos, que no reprima y encarcele a sus opositores pacíficos por ejercer derechos fundamentales.

Asimismo, un coro de académicos, periodistas y analistas poco sensibles frente a la prohibición y represión de las libertades democráticas en Cuba – sobre lo cual nunca, nunca, se pronuncian – comparten con Raúl Castro que lo más importante es poner fin al embargo comercial de Estados Unidos, como si esta cuestionable medida de política exterior fuera la causa del establecimiento de una dictadura de partido único.

En cualquier caso, si detrás de esta decisión de Obama se llega al levantamiento del embargo a Cuba, esto no implicará que la dictadura de los Castro inicie una apertura política hacia la democracia. No hay más que leer 1984 de George Orwell para comprenderlo.

Finalmente, hay que recordar que los Castro van a cumplir nada más y nada menos que 56 años en el poder. ¡Cuando Obama nació ya estaban en el poder en Cuba! Por eso, ya sea desde la defensa universal de los derechos humanos como desde la memoria sobre los cómplices internacionales que tuvo la dictadura militar argentina, es mucho lo que se le puede criticar a la revolución cubana. Pero ello no implica desconocer la habilidad que han tenido para sobrevivir tanto tiempo impunemente y, por tal motivo, hay que ser prudentes sobre cualquier anuncio de cambios en Cuba. Si hay algo en lo que son expertos los Castro es en perpetuarse ilegítimamente en el poder, gracias a una exitosa fórmula que combina una implacable represión interna junto a una preocupante complicidad internacional.

La escuela de la guerrilla latinoamericana ahora promueve la paz regional

La dictadura militar cubana no deja de sorprender con sus iniciativas regionales e internacionales, amparada en una vergonzosa impunidad y desmemoria. Ahora, durante la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que reunirá los días 28 y 29 de enero en La Habana a jefes de Estado y representantes de los 33 miembros de ese organismo, el gobierno antidemocrático de Raúl Castro impulsa declarar América Latinazona de paz”.

Seguramente, esta propuesta del régimen de partido único de Cuba no irá acompañada de una apertura política de pacificación interna que elimine todas las restricciones legales al ejercicio de los derechos humanos, como el de asociación, reunión y expresión, y una convocatoria a elecciones libres/multipartidarias que le permitan a los ciudadanos de la más grande de las Antillas contar con autoridades legítimas.

De la misma manera, la revolución cubana –siempre víctima de todo y nunca culpable de nada- no incluirá en esta propuesta un pedido de perdón por haber entrenado en su territorio a jóvenes latinoamericanos en prácticas guerrilleras, contribuyendo así a regar de sangre la región. Esta historia es muy reciente y la impunidad del régimen militar cubano por su responsabilidad en la promoción de la violencia política demuestra lo lejos que está América Latina de la memoria, la verdad y la justicia.

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¿Será posible la mandelización en la política argentina?

N. del E.: El siguiente artículo fue distribuido por la agencia DyN el 17 de febrero de 2010. En ocasión de la muerte del líder sudafricano, lo reproducimos por la vigencia y actualidad de su contenido.

 

Quienes han tenido la oportunidad de ver la película Invictus en el cine y de emocionarse con su mensaje de conciliación y tolerancia han comprobado que, a su finalización, arrancan espontáneamente los aplausos del público. Es que, salvando todas las distancias, el político sudafricano Nelson Mandela, interpretado en el film por Morgan Freeman, aparece como la antítesis de la crispada pareja presidencial argentina de Cristina y Néstor Kirchner. La película relata la historia que el periodista inglés John Carlin narra en su libro El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación (Playing the Enemy, en el título original).

La historia es una suerte de “cuento de hadas” y, sin dudas, representa un himno a la paz, la tolerancia política y el diálogo, aspectos esenciales de la convivencia democrática. Este es un libro que, por ejemplo, deberían leer todos los líderes bolivarianos de América latina y también los Kirchner, para que en sus países puedan aplicar aquello que señalaba Mandela para el suyo: “Si estáis construyendo una nueva Sudáfrica, debéis estar preparados para trabajar con gente que no os gusta”. Pero además, si Mandela logró juntar a bandos opuestos que casi terminan en una guerra civil con el inevitable baño de sangre, sería lógico que países con muchos menores niveles de diferencias lograran vivir en un clima más civilizado. Es que Sudáfrica, en 1994, era un país dividido histórica, cultural y racialmente, con ejecuciones legales y disposiciones racistas como varias leyes de triste memoria.

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¿Dónde estaban los pacifistas cuando se denunciaban las violaciones a los DDHH en Siria?

El 7 de octubre de 2011, mientras la dictadura que gobierna en Siria reprimía y mataba ante la vista del mundo entero, se realizaba su Examen Periódico Universal (EPU) en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Como en pocas oportunidades, esta ocasión mostró las divisiones políticas de los gobiernos latinoamericanos: por un lado, hubo un grupo activamente comprometido con las prácticas autoritarias, liderado por Venezuela, Cuba y Ecuador; y otro crítico de la situación interna en Siria, conformado por Chile, Brasil, Uruguay y Perú.

En efecto, en el diálogo interactivo realizado en Ginebra, Brasil le recomendaba a Siria que respetara la libertad de asociación y expresión; Uruguay reiteraba su preocupación por la violenta represión de protestas pacíficas, el incremento de actos contrarios a las leyes internacionales de derechos humanos y consideraba que Siria debía liberar a los prisioneros de conciencia y detenidos arbitrariamente y poner fin a las intimidaciones, persecuciones y arrestos arbitrarios; Chile llamaba a Siria a generar condiciones para poner fin a la violencia y la represión, aseguraba que el estado de emergencia debía ser levantado para poder garantizar los derechos humanos y le recomendaba liberar a todos los detenidos por expresar libremente sus opiniones; y Perú, de manera firme, lamentaba que Siria no estuviera a la altura de los compromisos asumidos en marzo de 2011 relacionados con el mantenimiento de los más altos estándares en la protección de los derechos humanos y tomando nota que no había cursado una invitación permanente a los procedimientos especiales y no autorizaba el acceso de la relatora especial que hacía referencia a la situación de los defensores de los derechos humanos.

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El caso Snowden y la defensa internacional de los derechos humanos

Las consecuencias de la información divulgada por Edward Snowden, quien se desempeñaba en la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América, es motivo de gran preocupación por las implicancias que tiene en la promoción internacional de los derechos humanos.

Como alguna vez señaló Cyrus Vance, ex secretario de Estado norteamericano durante la administración Carter, “no se puede defender los derechos humanos violándolos”. En ese sentido, como autoridad moral para intervenir y apoyar internacionalmente en favor de la defensa de los derechos humanos, los países democráticos deben primero garantizarlos internamente de manera ejemplar y en su política exterior actuar de la misma forma frente a todos los gobiernos represivos de las libertades fundamentales.

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