N. del E.: El siguiente artículo fue distribuido por la agencia DyN el 17 de febrero de 2010. En ocasión de la muerte del líder sudafricano, lo reproducimos por la vigencia y actualidad de su contenido.
Quienes han tenido la oportunidad de ver la película Invictus en el cine y de emocionarse con su mensaje de conciliación y tolerancia han comprobado que, a su finalización, arrancan espontáneamente los aplausos del público. Es que, salvando todas las distancias, el político sudafricano Nelson Mandela, interpretado en el film por Morgan Freeman, aparece como la antítesis de la crispada pareja presidencial argentina de Cristina y Néstor Kirchner. La película relata la historia que el periodista inglés John Carlin narra en su libro El factor humano. Nelson Mandela y el partido que salvó a una nación (Playing the Enemy, en el título original).
La historia es una suerte de “cuento de hadas” y, sin dudas, representa un himno a la paz, la tolerancia política y el diálogo, aspectos esenciales de la convivencia democrática. Este es un libro que, por ejemplo, deberían leer todos los líderes bolivarianos de América latina y también los Kirchner, para que en sus países puedan aplicar aquello que señalaba Mandela para el suyo: “Si estáis construyendo una nueva Sudáfrica, debéis estar preparados para trabajar con gente que no os gusta”. Pero además, si Mandela logró juntar a bandos opuestos que casi terminan en una guerra civil con el inevitable baño de sangre, sería lógico que países con muchos menores niveles de diferencias lograran vivir en un clima más civilizado. Es que Sudáfrica, en 1994, era un país dividido histórica, cultural y racialmente, con ejecuciones legales y disposiciones racistas como varias leyes de triste memoria.