Es innegable que un soplo intolerante renovado se ha disparado en Occidente. Sucede a menudo ante operaciones militares en las que el ejército israelí está involucrado. No es casual que se hayan activado nuevas conspiraciones -previamente inactivas- para quienes aman la creencia de “que los judíos controlan el mundo”.
Cada vez con más asiduidad, se escucha y se lee -a alguien- desde una tribuna política, una editorial de prensa o un discurso de barricada, diciéndonos que Occidente debería replantear su relación con el Estado Hebreo -por ende con los judíos-. Se oye y se lee en abundancia sobre lo perversos que son y como manipulan todo para poder controlar el mundo.
Para muchos, los judíos son responsables de cosas horribles. Colegas franceses y españoles me han llegado a decir que no descartan que estuvieran detrás del fatal 09/11. Otros les culpan de la maldición del multiculturalismo y de los males de la humanidad.
Lo cierto es que los judíos están marchándose de Europa, y sus lugares son ocupados por inmigrantes radicalizados en las ideas fundamentalistas que se presentan como víctimas del complot mundial. Confieso que no estoy tan seguro en cuanto a la gravedad de esta situación, pero existe, es visible a diario, y ha echado raíces peligrosamente en casi todo el mundo.