La dirigencia política de Irak ha perdido la oportunidad de conformar un Estado iraquí fuerte y unificado. La pregunta es ¿por qué sucedió algo así? De hecho, han tenido tiempo suficiente para hacer un mejor trabajo. Pasaron ocho años desde que se ratificó la actual constitución y seis desde que un parlamento estable fue electo democráticamente, lo que luego dio a la conformación de un gobierno permanente como el de Nuri Al-Maliki. La respuesta es que “todas estas instituciones no han representado mayoritariamente a la ciudadanía ni han sabido direccionar la política, la economía, la seguridad y la lucha contra la corrupción para generar la realidad de un estado unificado”.
¿Dónde está la enfermedad? Antes de que Saddam Hussein fuera derrocado, todos en Occidente, incluso las fuerzas del islam político en el mundo árabe, se unieron en oposición a su gobierno. El pueblo de Irak estaba listo para una alternativa democrática real para librarse de aquella terrible dictadura y poner fin a una larga historia de dolor, guerra y tragedia. Esta esperanza fue agitada por la llegada de las fuerzas estadounidenses en 2003. Sin embargo, lo ocurrido desde entonces “no se parece en nada a la democracia”. ¿Usted cree que si? Yo no me atrevería a conceptualizar de tal modo el escenario actual de Irak donde los islamistas capean a sus anchas y diariamente observamos el incremento de la carnicería entre sunitas y chiítas, y los kurdos no les van en zaga.