¿Sabe el lector que el término hereje viene de la palabra griega heréticos, que significa: ‘poder elegir’? Entonces, permítame decirle que tal definición casi lo dice todo, ¿no le parece?
En materia de primaveras árabes y diálogos políticos y religiosos, estoy convencido de que las personas deberían dejar de fingir, porque eso es justamente lo que se está haciendo: fingiendo ante los hechos de los que estamos siendo testigos. Sólo algunos incautos voluntariosos pueden creer que todas las culturas son iguales. Lo cierto es que para quien quiera verlo sin las gafas de la miopía ideológica, podrá darse cuenta claramente que no lo son.
Los dogmas político-religiosos del Oriente Medio no son iguales, ni se acercan a la cultura judeocristiana, ni a la política o la forma de vivir la religión en Occidente. Los primeros alientan la poligamia, el matrimonio de personas mayores con niños, la violencia contra la mujer, contra los homosexuales y contra todo aquel que intente colocar en perspectiva hechos ajenos a la forma de vida árabe musulmana influenciada por el salafismo yihadista o por el extremismo teocrático, sean estos hechos considerados o decorados lingüísticamente como políticos o religiosos. Nada de eso es cierto, son lisa y llanamente crímenes. Continuar leyendo