¿Me venderán? ¿Me volveré mendigo? ¿Debo escapar? ¿Terminará mi huida? Estas eran las preguntas de los ciudadanos durante la era de Diocleciano (284-305 AD).
Una sociedad estable es aquella que lucha constantemente por alcanzar un equilibrio -que generalmente logra- entre la necesidad de cambiar y la necesidad de conservar. Si se rompe ese equilibrio, no puede restaurarse con facilidad.
El equilibrio es fundamental. Aun en una era racionalista, que arroja dudas sobre todas las tradiciones, valores morales y convenciones sociales del pasado. Aun en una época en que la sociedad no se ve tal como la vio Burke, como una continuidad entre los muertos, los vivos y los que están por nacer, cuando el equilibrio peligra, debe ser preservado tanto por la clase política como por los ciudadanos.