La presidenta desquicia a la democracia

La Presidenta de la Nación salió con dureza al cruce no sólo de la Corte Suprema de Justicia sino también de todo el Poder Judicial en el acto realizado para celebrar el Día de la Bandera en Rosario. El día anterior, con motivo de festejarse el aniversario número cuatrocientos de Universidad de Córdoba, sostuvo que tenía “muchos remedios” para calmar su dolor. A confesión de partem relevo de pruebas: le duele, está enferma, o ambas cosas. Le duele que un poder independiente le diga que no como cuando un padre o una madre no le permite a un hijo cumplir un capricho temerario. Cristina, en vez de ofuscarse con el fallo de la Corte, debería haberlo tomado como una lección democratizante; no como un regaño sino como una oportunidad para reconocer, frente a todos y todas, que se equivocó, permitirse replantear su gobierno, e irse en el 2015 por la puerta grande.

Pero a juzgar por su discurso rosarino, cargado de resentimiento, todo hace pensar que se empeñará en romper puertas y pilares. Puertas y pilares que nos costaron 30 años y 30.000 desaparecidos reconstruir. La Presidenta pretende hacernos creer que una voluntad popular circunstancial puede, por mayoría simple, decidir cualquier cosa. Decidir, por ejemplo, que la Constitución Nacional no vale. Tiene el tupé de preguntarse en voz alta si la toman por tonta cuando, al hacerlo, toma por tonto al pueblo que la ha votado y a quienes dejarán de votar a su proyecto en las elecciones de octubre.

Cuando se postula para jueza en 2015, suponiendo falazmente que de tal modo tendría poderes omnímodos, lo que nos está diciendo es que los desea; que haría cualquier cosa con tal de tenerlos. En síntesis: pretende transformar república en autocracia o monarquía. Esta mujer desquicia a la democracia; pero la democracia tiene también su remedio: el voto popular. El mismo voto popular al que ella apela constantemente. El voto que expresará la voluntad popular de que vuelva a su casa y comience a visitar Comodoro Py.

En octubre los opositores de verdad tendremos la oportunidad de ponerle fin a esta década ganada para ellos y recuperar el futuro para todos. Ellos deberán rendir cuentas de lo actuado ante una Justicia que no deberá consentir impunidad y nosotros dejaremos atrás el relato para escribir la historia con todas las dificultades heredadas con las que la realidad nos enfrente. No habrá más choques ni confrontaciones sino diálogo e integración para gobernar la patria.

¿La presidenta quiere curarse? Que llegue octubre.