Confirmando por qué fueron tapa hace unas semanas de la revista Newsweek, con el bien ganado título de “La cara más cruel del terror”, este lunes pasado murieron más de cien civiles y un número no determinado de soldados en los graves emfrentamientos con los insurgentes takfiríes en el noreste del estado de Borno, en Nigeria. Los terroristas llevan una semana con el control total de la ciudad de Gwoza y el ejército no ha logrado desalojarlos ni siquiera con apoyo aéreo.
Cientos de ataques y miles de muertes, desprovistas de un mínimo sentido lógico, coloca a estos asesinos en los límites superiores de la locura y del fanatismo, y ubica a Nigeria como un Estado en riesgo constante, con infinitos claroscuros, en una sociedad que se debate entre el miedo y la esperanza de un futuro promisorio.