Hace pocos días finalizaron las elecciones más reñidas que supo tener nuestro gigante vecino y estamos en tiempo de evaluaciones. Hay miles de análisis, son pocos los desinteresados y la gran mayoría están cargados de animosidad y parcialidad ideológica hacia uno u otro sector. La historia electoral de Brasil dirá que el margen final entre los dos candidatos en el balotaje –Dilma Rousseff y Aécio Neves– fue el más estrecho desde el regreso de la democracia, pero también recordará esta contienda como la más feroz, como una batalla desconocida para la política casi light de nuestros socios, con chicanas, operaciones de prensa y acciones impensables que dejaron un tendal de heridos y consecuencias que aún no es tiempo de mensurar. Continuar leyendo
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Favelas con turistas
A menos de un mes del inicio de la gran fiesta del fútbol mundial, todo es puro nervio, aprestos de último minuto y el hormigueo generalizado de aquellos que tienen la responsabilidad de organizar tremendo evento, donde estarán puestos todos los ojos del planeta. En pocas semanas, Brasil se prepara a recibir a cientos de miles de turistas de todas las clases sociales y de los más variados bolsillos, solo unidos por la pasión infinita que puede transmitir el fútbol. Río de Janeiro en particular, sede de varios partidos y de la ansiada final, es una ciudad acostumbrada a la recepción de miles de turistas, atraídos por sus bellezas, sus increíbles playas y su inolvidable carnaval. Sin embargo, las 55 mil camas disponibles de manera habitual (distribuidas entre hoteles y otros tipos de albergues) no darán abasto para los más de cien mil torcedores que se calcula pasarán por la cidade maravilhosa.
El alojamiento en las favelas es una opción que hasta los propios operadores turísticos ven con buenos ojos, ayudará en parte a descomprimir la falta de albergue ante semejante afluencia de público. El lema “Vivir en serio la experiencia Brasil” es más o menos el patrón común de todos los sitios que ofrecen esta opción. Es indudablemente la variante más económica y además ofrece la ventaja de favelas, como la Rosinha o Vidigal, de gran proximidad con zonas exclusivas de playa y de gran poder adquisitivo como Leblon e Ipanema.
Lo cierto es que la instalación de las UPP (Unidades de Policía Pacificadora), iniciada hace años por el gobernador Sergio Cabral, forma parte de un gran plan para intentar dar paz y seguridad y llegar, si es posible, hasta los Juegos Olímpicos que la ciudad deberá organizar en el 2016. En principio, tuvieron un fuerte efecto inicial en estos lugares que eran zona de nadie, o dicho de mejor manera, eran zona en poder de traficantes y delincuentes. Pero poco a poco, la ilusión inicial fue mutando con un regreso de la violencia, incluido un fuerte incremento del número de muertos por homicidios -1100 casos en el trimestre del 2012 contra 1459 caso en este último trimestre. Se le suma a esto la indignación generalizada de los habitantes de los morros por considerar constante el abuso policial y cierto exceso de violencia en los procedimientos que ejecutan.
Todo indica que la muerte de un joven bailarín (Douglas Silva) hace pocos días en la favela de Pavão, al pie de Copacabana, fue una acción policíaca, eso sumado a otros homicidios en la favela Complexo Alemao, desataron fuertes protestas que incluyeron actos de destrucción e incendios de autobuses. Un vecino de Douglas le dijo a la televisión con claridad: “La policía debe detener y no matar. En ese ambiente viciado se mueven hoy todas las favelas en la previa del mundial.
Favela experiencie es uno de los servicios creados en la web para ofrecer estas viviendas precarias a los visitantes que se animen. Es verdad que pagarán un 20 % de los 300 o 400 dólares que costará una habitación común en la ciudad, ya con los precios en las nubes. Pero también es cierto que la situación es muy compleja y no hay muchos recaudos a tomar más que ponerse en las manos de Dios. Estos asentamientos están mucho mejor que hace cinco o seis años y la presencia policial generó algún orden donde no había ninguno. Pero pensar que diez mil o quince mil uniformados pueden llevar la paz a los cientos de miles de brasileños que viven en las 700 favelas de Río es, cuando menos, un acto de ingenuidad plena.
Quienes gustan de la cinematografía brasileña tendrán presentes películas como Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, 2002) o Tropa de elite (José Padilha, 2007), que desde la ficción trajeron a la pantalla grande la violencia y la lucha sin cuartel entre las bandas de narcotraficantes entre sí y la de estos contra el propio Estado. Eso no ha desaparecido.
También es justo decir que en las favelas conviven, rehenes de esta situación, miles y miles de ciudadanos que trabajan y estudian, y nada tienen que ver ni con la violencia ni con la muerte. Sin embargo, conviven a diario con ellas, justamente por ello han aprendido a decodificar cada situación extrema en que viven y así logran resolver las más de las veces cómo actuar ante la crisis. La idea de que un turista se desplace por ese mundo siempre inestable, con el agregado de que existe un idioma que le es ajeno, pareciera una pésima idea, más que desaconsejable para quienes busquen seguir de cerca las gambetas de Messi o de los muchos otros cracks que pondrás en vilo a Brasil y al mundo a partir del próximo 12 de junio.