Cabe preguntarnos, con tanto discurso progresista en favor de políticas “inclusivas”, “sociales”, “solidarias”, ¿cómo puede explicarse que todavía subsista la pobreza?
Eso tiene una única razón: la pobreza es un negocio político y patrimonial. El populismo es inimaginable sin pobreza. Los movimientos políticos populistas pierden mercado si no hubiera pobres a los cuales subsidiar y “enamorar”. No es casual que los populismos latinoamericanos hayan generado los tres factores determinantes en el crecimiento de la pobreza: inflación, pérdida de inversiones y pésima calidad educativa.