Zamora aplica la doctrina Carlos Saúl

La jueza Andrea Suárez, de Santiago del Estero, dictó el pasado 16 de septiembre, una sentencia por la cual declara inconstitucional una cláusula transitoria de la Constitución de su provincia, que impide al actual gobernador presentarse a una segunda reelección.

El mandatario de esa provincia, Gerardo Zamora, de origen radical, pero completamente entregado al kirchnerismo desde el inicio de su gestión, asumió en 2005. Durante su primer período, mandó a reformar la Carta Magna provincial que prohibía las reelecciones, para poder volver a intentar otro mandato entre 2009 y 2013, cosa que consiguió. Como necesitaba el apoyo de fuerzas opositoras en el legislativo provincial, llegó a un acuerdo para incluir una cláusula transitoria que indicaba que el mandato entonces vigente de Zamora debería computarse como “primer mandato” en caso de reelegir.

¿A qué obedece esa cláusula transitoria? Simple. Cuando Carlos Menem consiguió reformar la Constitución Nacional para ser reelecto -cosa que ocurrió en 1995-, inmediatamente surgió la tesis entre los menemistas “de paladar negro” de que el primer mandato de seis años del riojano, regido por la Constitución previa a la reforma, no podía considerarse justamente primero, porque partía de un cuerpo jurídico diferente que establecía otro régimen. Que el mandato para el que fue electo entre 1995 y 1999 era en realidad el primero del nuevo sistema y, por ende, tenía posibilidad de ser reelecto nuevamente. Los medios lo llamaron la “re-reelección”. Y de no ser por el estruendoso fracaso del gobierno entre 1997 y 1999, y la brutal debacle económica, con recesión, caída del empleo y escándalos de corruptela por doquier, tenga la certeza el lector de que tal elucubración diabólica se hubiese puesto a consideración de la Corte Suprema de Justicia, por entonces con “mayoría automática” vigente.

Existe otro antecedente similar. En la Provincia de Buenos Aires, el ahora diputado nacional Felipe Solá inició su primer mandato como vicegobernador de Carlos Ruckauf en 1999. Un vicegobernador no es un legislador aunque presida el Senado provincial. Es un suplente del gobernador. Y si bien no puede considerarse “Poder Ejecutivo” propiamente (porque éste lo ejerce una sola persona, en este caso el gobernador), el vice es una suerte de suplente de ese Ejecutivo. Tanto fue así, que Ruckauf renunció en 2002 y Solá efectivamente asumió la gobernación. Fue reelecto en 2003, y en 2007 pretendió volver a la carga, esgrimiendo que su primer mandato fue fruto de la aplicación de la Ley de Acefalía. Sus pretensiones fueron rechazadas por la Justicia, como es lógico.

La intentona de Zamora en Santiago del Estero es aún más ridícula y totalmente lesiva del orden jurídico. Porque en base a la doctrina menemista de que el segundo mandato era el primero del nuevo régimen, “el constituyente” provincial tomó el recaudo de incorporar una cláusula transitoria bloqueando esa chance, y dejando explícito que “El mandato del gobernador de la provincia, en ejercicio al momento de sancionarse esta reforma, deberá ser considerado como primer período”. Este artículo es el que la jueza Suárez declaró inconstitucional para habilitar la segunda reelección de Zamora, es decir, el artículo específicamente colocado en la Constitución para que esto no ocurra.

Todavía falta que esta ocurrencia dantesca de la magistrada pase por las Cámaras de Apelaciones, la Corte Provincial y eventualmente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Y seguramente en algunas de estas instancias, la ridiculez encontrará un límite.

Pero aun así, sería deseable dejar de elegir gobernantes de esos que sistemáticamente intentar violar la ley, que les importan un comino las normas dictadas por asambleas soberanas o representantes del pueblo, que pretenden reinar y no administrar. Resulta hastiante tener que andar recurriendo constantemente a los Tribunales para que los mandatarios se avengan a cumplir las normas. Las leyes están para que todos las cumplamos, pero especialmente y en primer lugar, los mandatarios. Haga un poco de memoria, gobernador Zamora, recuerde cómo terminó el ex gobernador Juárez por erigirse en emperador de su misma provincia.

Vidriera irrespetuosa

“Todo es igual, nada es mejor”, decía Enrique Santos Discépolo en su legendaria obra “Cambalache“, cuando intentaba describir el pasado siglo XX. Pero Don Enrique no vió el XXI. Su letra seguramente hubiese sido más dramática y es probable que se le complicase contener su indignación en un formato poético. La política del siglo XXI, en la Argentina, es inadmisible, inviable.

El 15 de junio de 1996, la revista Noticias publicó una extensa entrevista a la diputada Cristina Fernández de Kirchner, esposa del gobernador de Santa Cruz. Se tituló “Una chica al rojo vivo”. Carlos Menem acababa de ser reelecto luego de la reforma constitucional y la actual presidente había llegado a la Cámara baja en la misma boleta que el riojano. Una de las preguntas es muy interesante: “¿A Menem lo votó en el ’89 y en el ’95?”. Pero más interesante es la respuesta: “Sí, absolutamente, y creo que no me equivoqué”. La historia más reciente es conocida. El ex caudillo se transformó en una suerte de Nosferatu con patillas, Néstor Kirchner se tocó sus partes pudendas cuando el riojano asumió como senador en pleno recinto, pese a que alcanzó la gobernación de Santa Cruz de la mano del ex presidente y luego de apoyar o al menos guardar absoluto silencio sobre los indultos, igual que su señora esposa.

El sábado 20 de septiembre de 2003, el diario Página/12 publica una nota donde cuenta la celebración del triunfo de Néstor Kirchner realizada en la residencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata. Dice el artículo que “con efecto teatral” uno tras otro ingresaron el ganador, Eduardo Duhalde (su artífice) y Felipe Solá, su gobernador, quien jugaba de local. Reproduce el periódico la frase de Néstor en su discurso triunfante, sobre “el esfuerzo transformador que llevaron adelante Solá y Duhalde durante el tiempo más grave y duro de la Argentina”. La nota rescata algunas presencias en el evento como la de Florencio Randazzo al que se mencionaba como hombre de Solá (hoy ministro del Interior y Transportes del kirchnerismo y mañana quién sabe).

Como con Menem, al poco tiempo el kirchnerismo sindicó a Duhalde de diversos intentos golpistas y de ser una de las mayores desgracias argentinas. Solá se enojo cuando no lo dejaron reelegir como gobernador y comenzó un saltimbanqueo ordinario, De Narváez y el PRO, luego otro vez con los K, ahora con Sergio Massa.

En 1997 Daniel Scioli es elegido diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires. Se le adjudica la siguiente frase: “Éste es un triunfo del presidente Carlos Menem que ha llevado a la Argentina en el camino del crecimiento sostenido”. Ahá, mirá vos. Previo a eso Scioli había enfrentado una interna en el PJ Capital, liderando una lista de menemistas contra una de duhaldistas. En una entrevista con el diario La Nación del 15 de junio de 1997, ante la pregunta del periodista sobre qué haría en caso de perder dicha interna, el actual gobernador espetó: “Voy a seguir apoyando a Menem como hice siempre”. Chupate esa mandarina. Después, se sabe, el ex motonauta era el gran rival de ajedrez del presidente provisional Eduardo Duhalde, granjearon una profunda amistad y se halagaron recíprocamente. Para despejar dudas Scioli declaró en los últimos tiempos su kirchnerismo a ultranza, su apego por el proyecto nacional y popular y se la jugó por la candidatura de Martín Insaurralde como nadie. Un puro, de la primera hora.

Con Sergio Massa no vamos a tomarnos la molestia de buscar declaraciones públicas. En 2009 fue candidato a diputado “testimonial” de los K. Dos veces electo intendente por el Frente para la Victoria y jefe de gabinete de ministros de Cristina Fernández. En su equipo “renovador” (¿?), lucen el ya mencionado Solá, Ignacio De Mendiguren (duhaldista luego kirchnerista), el ex ministro de economía de Cristina Miguel Peirano, el ex titular del BCRA de Néstor Martín Redrado, el jefe de gabinete del matrimonio y autoproclamado fundador del kirchnerismo Alberto Fernández, el ex menemista-duhaldista-kirhcnerista Juan José Álvarez, entre tantísimos otros.

Todo es igual, nada es mejor. “Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches, se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache, ves llorar la Biblia junto a un calefón”. Discépolo vio el siglo XX, pero no el XXI. Su poesía dice que, en ese mundo que ve, van juntos “Carnera y San Martín”. Evidentemente la cosa estaba mejor, había al menos un San Martín mezclado con el resto. Ya no “es lo mismo ser derecho que traidor”, querido Discepolín, hoy el traidor tiene una enorme ventaja sobre el resto.