Este país es sinónimo de oportunidades. Acá no hay que reinventar nada. Estamos orgullosos de ser argentinos y de ser parte de la generación que debe desarrollar definitivamente este país.
Somos tantos los argentinos que sabemos ver lo bueno y lo malo de nuestros antecesores que ahora es tiempo de mirar hacia adelante, porque lo mejor de lo nuestro está en lo que viene.
Con Alfonsín volvió la democracia. Pero la entregó en estado de coma. Si el peronismo no consolidaba la economía y fallaba, volvían los dinosaurios. Pero apareció el peso.
Menem nos engañó. En sus primeros años nos dio estabilidad. Las cosas todos los días valían lo mismo. Nos devolvió al mundo. Descentralizó la toma de decisiones, les dio lugar a gobernadores e intendentes dentro del federalismo. Agregó los derechos de tercera generación en la Constitución. Fue el primer peronismo sin miedo a un golpe militar.
La gran trampa del menemismo fue consolidar en el conurbano un cordón de pobreza. A los perdedores del modelo les entregó el poder político-electoral. “Los pobres del conurbano han estado tan fuera de los bienes y servicios privados y públicos como dentro del régimen democrático”, dice Alejandro en el blog La Barbarie. Y es ese nudo el que hay que desatar. Pobres con futuro de clase media. Ascenso de clases. Desarrollo económico, social y humano. Un Estado que asista al desarrollo de la gente.
Con Kirchner muchos nos esperanzamos, pero también nos engañó. La renovación de la corte suprema independiente, su política de derechos humanos y su buena administración económica y social de los primeros años. Luego vino la AUH con Cristina que consolida una política de asistencia universal, un derecho mínimo que el pueblo argentino no perderá nunca más. El problema es entender que la asistencia es un medio y no un fin. Hoy vemos repetir los errores de la trampa menemista en el gobierno de Cristina. Pero con una soja a 550 dólares.
En las elecciones de 2015 casi la mitad del electorado tendrá menos de 40 años y la gran mayoría de ellos habrá nacido en democracia. Los menores de 50 habrán votado ininterrumpidamente desde que cumplieron los 18 años. Esto significa un cambio de paradigma en contraste con las generaciones anteriores.
La nueva generación va a darle forma a la Argentina del futuro. Jóvenes, que vivimos las crisis, que vimos las necesidades de la gente subordinadas a las peleas políticas de turno, que vemos el tsunami tecnológico que se viene. Sabemos que el principal objetivo es generar más igualdad de oportunidades y más crecimiento.
No queremos romper todo y dar de nuevo. Nuestra generación quiere construir sobre lo construido. Tenemos la decisión y la vocación de desarrollar este país, porque hay que generar riqueza. Somos una nueva generación lista para una Nueva Argentina.