En medio del debate por la reforma del Código penal es útil recordar y contribuir con los aportes que el psicoanálisis puede hacer a la criminología. En su articulo Los que delinquen por sentimiento inconsciente de culpabilidad, Freud sostiene que el delito constituye una suerte de trasgresión a la ley cuyo motor es una necesidad de castigo. Sin embargo, Freud también hace mención a la existencia de aquellos otros delincuentes en los cuales no hay indicadores de culpabilidad porque “no han desarrollado inhibiciones morales”. Muchas veces ocurre que se extrapolan conceptos y esto, en muchos medios jurídicos y psicoforenses, genera una lectura en la cual se generaliza los actos delictivos como un llamado a la ley que puede introducir un padre. En los hechos, se verifica que esto no siempre es así porque hay sujetos que quieren vivir por fuera del régimen de la ley. Hoy asistimos no sólo a un declive de la función paterna sino a un imperativo congruente con la sociedad de consumo que exige una satisfacción inmediata, sin que nada ni nadie funcione como límite. En lugar de la culpa, hoy prolifera un cinismo del goce que anula la culpa.
¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la criminología? Lacan reconoce que toda sociedad “manifiesta la relación entre el crimen y la ley a través de castigos”. Y partiendo de las nociones de responsabilidad y castigo, se niega a realizar una objetivación del crimen que des-responsabilice al criminal, además de señalar los límites de cualquier intento psicologista o humanista que intente tanto estigmatizar al criminal como reeducarlo, puesto que la pulsión es ingobernable. Y en cualquier caso, el criterio de enfermedad no debe de borrar la responsabilidad subjetiva. Para el psicoanálisis, no existe la inimputabilidad; en ese sentido podemos decir que hay “terrorismo de la responsabilidad” . El terrorismo de la responsabilidad en Lacan, se explica a partir del hecho por el cual un sujeto es siempre responsable de la respuesta que le da al otro. Hay un interjuego permanente entre causa y consentimiento. La causa puede venir del otro, de lo que los padres dijeron o hicieron, pero la responsabilidad surge a partir de la respuesta que el sujeto da a eso que viene del otro. Por eso Lacan ubica al sujeto como la respuesta dada al Otro y allí tenemos un modo de ubicar la dimensión social del psicoanálisis sin caer en el sujeto como víctima. Por el lado del analista, le está vedada la compasión por el sujeto, el analista sostiene una posición impiadosa, no toma al sujeto como una víctima ni se apiada de él, pero desde esta posición impiadosa es que el analista puede humanizarlo. No quitarle responsabilidad al sujeto es un aporte que da cuenta de la ética del psicoanálisis.