Argentina, a través del embajador Rafael Grossi, actual representante diplomático en Austria, ocupará por los próximos dos años la presidencia del Grupo de Proveedores Nucleares. El grupo formado por 48 miembros, incluidos los países de mayor protagonismo en el comercio nuclear internacional, busca evitar que las transferencias de materiales y tecnologías se apliquen al desarrollo de armamento nuclear.
Nunca quizás ha habido mayor necesidad para el grupo de mantener su integridad como rector de un esquema de control voluntario de comercio nuclear.
A las transferencias previstas en el marco de una expansión nuclear que anticipa nuevas naciones incorporándose al uso de la energía nuclear, la nueva conducción argentina tendrá ante sí varios importantes desafíos estructurales, algunos de ellos relacionados con la legitimidad de los países a recibir los beneficios de pertenecer a esta élite nuclear.
Deberá llevar a buen puerto la espinosa cuestión de una posible membresía de la India, con armas nucleares pero que no es parte del Tratado de No Proliferación, TNP. En noviembre de 2010 el presidente de los Estados Unidos Barack Obama propuso al grupo que India fuera aceptada como miembro aun sin encuadrar en los requisitos estipulados. Dos años antes, a instancias de Washington el grupo había aprobado una excepción única para que Nueva Delhi acceda a combustible nuclear y a tecnología de uso civil.
De modo similar, la cooperación nuclear de China con Paquistán, también con armas nucleares y fuera del TNP, será un tema de agenda controvertido. China, que es miembro del grupo desde 2004, proyecta continuar exportando reactores y tecnología nuclear a Islamabad con el argumento de que apoya el programa nuclear paquistaní aun desde antes de su ingreso al grupo. En este sentido, Beijing defenderá un ambicioso plan de exportaciones nucleares a Paquistán valuado en 9.600 millones de dólares.
La controversia internacional es grande respecto de este tipo de excepciones. Hay quienes argumentan que obedecen a una política de realismo frente a hechos consumados, que intenta incorporar a países con armas nucleares fuera del TNP a un cierto esquema de control internacional. Otros afirman, sin embargo, que dar ventajas especiales a estos países pone en duda la credibilidad del grupo y del régimen de no-proliferación en su conjunto.
La presidencia para Argentina llega en un momento en el que el país enfrenta importantes desafíos vinculados a su problemática energética, en el que sale a relucir la importancia de contar con fuentes confiables de suministro eléctrico de base, como lo son las centrales nucleares de potencia.
Asimismo la Argentina, a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica, CNEA, y de la empresa INVAP busca posicionarse en un mercado internacional sumamente competitivo en el que debe enfrentar a proveedores poderosos tales como Francia, China, Rusia, los Estados Unidos, Japón o Corea del Sur.
En este marco político-técnico, demostrar capacidad tecnológica y respeto pleno a las normas de no-proliferación es esencial para acceder a mercados atractivos. El haber demostrado tales capacidades es lo que permitió al país realizar en su momento la exportación del reactor nuclear inaugurado en Australia en 2007.
El grupo ya reconoció las credenciales de no-proliferación del país cuando avaló el sistema de verificación mutua entre Argentina y Brasil, basado en la Agencia Brasileño-Argentina de Control y Contabilidad de Materiales Nucleares, ABACC. Este aval temporario se otorgó ya que los países no han firmado Protocolos Adicionales a los Acuerdos de Salvaguardias con el Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA, que hoy son requeridos para las transferencias nucleares internacionales. Se trata de una excepción importante, pero que debe ser honrada con un fuerte compromiso con la normativa internacional.
La presidencia en sí, y la selección del funcionario argentino que ocupará el rol, pueden leerse como una importante señal de confianza para el país pero en realidad es mucho más que eso: es una gran oportunidad para el posicionamiento internacional de la Argentina en un campo de peso estratégico como pocos.
Esta circunstancia se da en un área, la nuclear, en la que tenemos una gran experiencia e incontables razones para sentirnos orgullosos. Es por eso que todas las condiciones están dadas para que la Argentina pueda marcar con su gestión una diferencia significativa a favor de la seguridad internacional.