Comunicar de forma efectiva va más allá del habla elocuente y de la escucha fructífera. Muchos expertos consideran que las palabras contienen sólo el 7% de la información total, mientras que las expresiones no verbales, la paralingüística (ritmo, tono, volumen e intencionalidad) y el lenguaje corporal asumen el 93% restante. El ser humano siempre comunica, aunque no exprese una sola palabra.
La relación con los demás —a nivel familiar, social y laboral— depende, en gran medida, de nuestra capacidad de dominar los elementos mencionados. Sin embargo, no siempre estamos preparados. Es cierto que muchos nacen con mayores aptitudes para la comunicación que otros, pero esta es una habilidad que no puede descansar sólo en la estructura genética, sino que requiere de práctica y de estudios teóricos profundos.
El dominio del lenguaje no verbal es necesario para sustentar la credibilidad de lo expresado con la voz. Los gestos de la cara, sobre todo de los ojos; el movimiento de la cabeza, de los brazos y hasta de las piernas dice mucho de uno. Incluso pueden contradecir lo expresado a través del verbo. También la intencionalidad que le impregnamos a cada palabra. No pocas veces un “sí”, dicho de una manera determinada, parece ser un “no”. Continuar leyendo