Una foto del papa Francisco recorrió hace poco las redes sociales y provocó innumerables comentarios. El líder de la Iglesia Católica aparecía soltando una alegre carcajada, rompiendo una vez más la tradición y alejándose de formas almidonadas impuestas durante siglos.
Es evidente que el Papa, con su risa contagiosa, diluye muchos esquemas. Como es de esperar, esto sucede con la aprobación de unos y la crítica de otros, una dicotomía común cuando se rompen paradigmas.
En su libro La estructura de las revoluciones científicas, el pensador y escritor norteamericano Thomas Kuhn apunta: “Romper un paradigma sería proponer modos de ver las cosas en contra de la forma tradicional y buscar soluciones fuera de lo considerado normal”. Muchos no aceptan nuevas formas de ver y enfrentar el mundo, se resisten a renunciar a pensamientos y hábitos establecidos y temen al cambio, a pesar de lo negativo que el inmovilismo implica.
¡Romper paradigmas es cambiar lo que puede y debe ser cambiado! ¿Qué hay de malo en una buena carcajada, aunque provenga de la autoridad religiosa más importante del mundo? ¿Qué pensamiento ético o estético sustenta la costumbre de esconder la felicidad? ¡Ninguno! Cuando rompemos paradigmas, vencemos temores, definimos nuevos caminos y nos alejamos de la rutina personal, social o laboral. Para hacerlo, debemos confiar en nosotros mismos y ser apasionados. Continuar leyendo