Todos corremos el riesgo de sufrir el embate de personas negativas. Sus ataques pueden producirse en la calle, el trabajo e incluso en la propia familia. Una persona negativa posee mala vibra -hay quienes la califican como “tóxica”-, porque su negatividad se contagia, y se hace más ponzoñosa si no sabemos enfrentarla.
En su libro Gente tóxica, el intelectual argentino Bernardo Stamateas define a estas personas como envidiosas, mediocres, descalificadoras, chismosas, manipuladoras y quejicas. Son seres humanos que tienden a culpar a los demás de sus propios problemas, se entrometen en la vida ajena, nunca se alegran del triunfo de otros, viven sin sueños ni metas, pero, en cambio, tratan de controlar la autoestima de los demás con el único propósito de sobresalir.
Stamateas nos señala, de manera muy clara, quiénes son y cómo actúan. Entonces, de nosotros depende saber enfrentarlas cuando no nos queda otra alternativa, porque lo más razonable es evitarlas. Continuar leyendo