La premisa de la década: cuidar y justificar al delincuente

Daría la sensación que lo que se buscó durante la gestión de los Kirchner fue garantizar la seguridad jurídica de los delincuentes. Ellos fueron la prioridad durante toda esta década. No se persiguió nunca desalentar sus conductas, mucho menos castigarlas. Por el contrario, se modificaron leyes y códigos para alivianar o directamente eliminar sanciones.

Se impuso como la obligación de encontrar siempre una justificación a la conducta ilícita. En contraposición, se hizo evidente el desprecio a la persona y a los derechos de las víctimas. Para estos últimos, la situación fue muy distinta: se los condenó a soportar y sufrir el castigo que implica la falta de respuesta del Estado y la falta de sanción al delincuente.

Para las víctimas, la otra cara de la moneda, solo inseguridad jurídica. Fueron dejados expuestos y abandonados a su suerte. No solo sin protección, sino mostrándoles que estaba a favor y preocupado por los derechos de los delincuentes por sobre el de las víctimas.

Una vez mas, el absurdo como regla; el mundo del revés. A quienes el Estado debió garantizar la seguridad jurídica que debiera emerger de sus leyes, solo les generó inseguridad e incertidumbre. A quienes debió desalentar en el accionar ilícito, por el contrario les ofreció garantías y seguridad jurídica. Los derechos para el delincuente, la inseguridad para las víctimas.

Como para coronar esta situación de inseguridad que vive el ciudadano común y honesto, la grieta que ha generado en el seno del Poder Judicial. Enfrentamiento entre fiscales y jueces que a nadie pasa desapercibido, y que por cierto afecta a todos. Hoy la suerte de una causa pareciera estar echada, según en que juez o fiscal recaiga. Imposible hablar de seguridad jurídica en esas condiciones.

Asistimos impávidos en causas de la entidad de la denuncia y muerte del fiscal Nisman, a un claro enfrentamiento entre jueces y fiscales, donde se dicen de todo de un lado y de otro; incluso contra la persona del fiscal muerto. Resultante natural de este desmadre, al final del día, las causas no avanzan y los únicos que se benefician son los responsables de los delitos que no se investigan.

Nunca antes el país vivió una situación así. Nunca antes tanta inseguridad jurídica para el ciudadano de bien. Nunca antes, tanta seguridad jurídica para los delincuentes. Definitivamente, algo anda mal.

Recuperemos la cultura del estudio y el trabajo

La información golpea en el centro mismo del futuro de la Argentina. Como todo lo realmente importante en nuestro país,  pasa de largo en medio de una cantidad de información que nos distrae, que nos desvía la atención a lugares en los que solo discuten los técnicos, y que siempre,  vienen con segunda intención.

Así somos testigos de la aprobación del Presupuesto Nacional, sabiendo que es incumplible, que los números no cerrarán, o la ley de hidrocarburos, que es el último negocio de la familia Kirchner y Lázaro Báez antes de la salida del Gobierno. Nos anoticiamos del proyecto que abre el espectro de las telecomunicaciones a las telefónicas porque necesitan un comprador para Clarín. De esta forma se llenan las tapas de los diarios, y todos comentan, hacen especulaciones y llenan espacios radiales y televisivos.

La noticia más importante no ocupa ese lugar. Los países son lo que planean para su futuro y ese futuro, seguro, está en la educación, sin ningún lugar a dudas. La semana anterior nos informamos que en el último año se fueron de las escuelas públicas 50 mil alumnos. Dejaron la escuela 50 mil chicos, el futuro. No es un número caprichoso, son datos del Ministerio de Educación, y agrega que desde 2003 las primarias públicas perdieron 301.907 estudiantes. Lo más grave de esta información es que no forma parte de la agenda política, ni siquiera esta mencionado en el Plan Nacional de Educación Obligatoria 2012-2016  que define cuáles serán las prioridades educativas de estos años.

Muchos de los alumnos que se van de las escuelas públicas recalan en las privadas. Claro, los que cuentan con padres con cierto poder adquisitivo; otros, los más, dejan el colegio. De Sarmiento para acá, la escuela pública fue un orgullo de nuestro país. La cultura del estudio estaba insertada de tal modo en la sociedad, que, sin obligación alguna dictada por ley, los niños
terminaban la primaria por que desde el seno de la familia así se lo exigían.

La cultura del trabajo de los mayores para poder costear los estudios de los que serían el futuro de la patria  era “la ley”, pensar en darles a sus hijos herramientas para defenderse en la vida era la obligación. Se ha perdido la responsabilidad de los padres de saber que, si bien tenemos derechos adquiridos, también tenemos obligaciones y dentro de ellas, está el estudio de los menores, el trabajo como cultura y no como una obligación.

Basta con mirar alrededor para darse cuenta que no hay más mano de obra de oficio, zapateros, albañiles, plomeros y otros, que antes teníamos al alcance de la mano. Esto es culpa directa de la clase política, el Estado no tiene en carpeta educar, enseñar un oficio para épocas de poco trabajo. Es más fácil, para comprar voluntades, el plan social, enseñar a no trabajar y eso si es política de Estado.

Estamos perdiendo generaciones que el día de mañana vamos a extrañar y necesitar. Hay que volver a la cultura del estudio y el trabajo, es la única manera de pensar en el futuro de la Patria. Hay que tener claro que, como decía Domingo Faustino Sarmiento, el padre de la educación Argentina, todos los problemas son problemas de educación.